A partir de la cultura indígena del bronce a la que se le incorporan elementos europeos (celtas) y mediterráneos (fenicios, griegos, etruscos), comienza el proceso de iberización de las tierras valencianas, alrededor del s. VI aC. La cultura ibera se manifiesta por una serie de elementos materiales diferenciadores como son la cerámica, la moneda, los objetos ornamentales, el arte y la escritura, con un alfabeto que se ha logrado descifrar, pero cuyo lenguaje, con raices comunes con el euskera y el bereber, es todavía una incógnita. La vida económica se fundamenta en las actividades primarias como la agricultura (cereales, lino, frutales), la explotación forestal (leña, madera), la caza (jabalís, ciervos, toros), la pesca, el pastoreo (ovejas, cabras, cerdos) y la minería (hierro, plomo, plata, oro). Estas bases económicas forjarán la industria de la metalurgia (armas, joyas, monedas, herramientas), de la cerámica, del cuero, de la madera, y las relaciones comerciales con otros pueblos de la península y del Mediterráneo.
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Cerámica ibera |
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Cerámica ibera |
Fuentes de la antigüedad, como el poeta latino Avieno, sitúan también en estas montañas ibéricas, a la tribu de los beribraces, un pueblo rudo y belicoso de ascendencia céltica, vinculado a la cultura de Campos de Urnas, y dedicado sobre todo al pastoreo del ganado, del que obtenían además leche y queso.
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Armas iberas |
Muchos de los asentamientos iberos de esta zona se encuentran relacionados con posteriores masías fortificadas situadas junto a las rutas trashumantes, como el poblado de San Antonio, en Mosqueruela, que subsistió hasta época musulmana, o el poblado de Los Castillejos, en Puertomingalvo datado en s. III-II aC., donde se halló cerámica campaniforme, y todavía permanecen las huellas de varios edificios y tres torres.
En la vecina Lucena del Cid se encuentra la torre de Foios, construida con grandes bloques de piedra para defender un poblado que se encontraría a su alrededor. Por los enterramientos hallados y los restos de cerámica, se ha podido datar entre los siglos IV y III antes de nuestra era.
En Benassal, tenemos los asentamientos de El Castell d’Asensi, muy influenciado por la cultura del Bajo Aragón, con cerámicas decoradas con motivos geométricos y enterramientos en campo de urnas, y el Castell de Corbó, ambos de los siglos II-I aC. En Culla se localiza el poblado del Collet del Salze. En Vistabella encontramos vestigios ibéricos en el mas de l'Alforí, y en la Moleta del mas de Salvador, este último datado en s. II-I aC. También en Vilafranca del Maestrat se halla un pequeño asentamiento en la Serradeta de Vergues, donde se encontró cerámica campaniforme del s. I aC., y el de la Vilavella, donde se hallaron una inscripción ibérica y alguna moneda, junto a cerámica decorada. Por último, en en el Tossalet de la Valera, en Atzeneta, se han extraído cerámicas datadas en el s.II aC.