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Pinturas rupestres del Barranco Gisbert (Mosqueruela).

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Balma de las pinturas del Barranco Gisbert

En el curso medio del barranco Gisbert, cerca de la carretera de Mosqueruela a la Iglesuela del Cid, se han hallado dos abrigos con pinturas rupestres representativas del arte levantino. Los grafismos se encuentran en unas balmas situadas próximas a un mas, y a una altitud poco frecuente, para este tipo de manifestaciones pictóricas, de 1.360 metros.
En el primero de los abrigos se puede observar, con mucha dificultad debido a la fragmentación y deterioro de las figuras, lo que parecen ser escenas de lucha entre arqueros, y posiblemente alguna escena de caza.
 

Calco de cazador
Calco de mujer



Entre las 27 figuras identificadas, datadas en el Eneolítico entre el 3500 y el 2000 aC., destaca un arquero, situado en el centro de la composición, corriendo con un arco y un puñado de flechas, que porta en la cabeza lo que semeja un gorro con plumas. Otro dibujo interesante, que se encuentra aislado en la parte superior del conjunto, representa una mujer estilizada y estática, con los brazos en cruz, vestida con una falda corta, y en la que se distingue una corta melena que le cae por los dos lados de la cabeza.
Barranco Gisbert
El segundo abrigo, mucho más pobre que el anterior, contiene apenas tres dibujos y un grabado, todos ellos de estilo esquemático y con una datación bastante más reciente.
Una hipótesis sobre la ubicación de este tipo de pinturas rupestres es la de marcar los lugares de caza. En este caso estaría justificado ya que las pinturas se encuentran muy cerca de lo que podría ser una zona de caza. A pocos metros de aquí el lecho del barranco se precipita unos 20 metros formando un cul de sac, un callejón sin salidahacia donde los animales, que se acercaban a beber, serían conducidos para facilitar su captura a los arqueros, los cuales acecharían desde lo alto del cinto. Todavía hoy es un lugar donde las cabras monteses abundan, por la disponibilidad del agua y lo escarpado del terreno.

La tilera del Barranco de Gisbert (Mosqueruela)

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Tilo en invierno

          El barranco de Gisbert es uno de los afluentes del Arroyo Majo (Mosqueruela). El hidrónimo, que ha tomado de un mas que allí se encuentra, puede aparecer con diferentes formas según los autores: Gibert, Gilbert o Gisbert, pero probablemente proceda del apellido Gisbert de origen aragonés, que con la conquista cristiana se extendió rápidamente por el País Valenciano y Catalunya.

 
Hojas de álamo temblón
          Su cuenca tiene una extensión aproximada de 750 Ha. y está instalada sobre materiales del Cretácico Superior, sobre todo calizas dolomíticas, con tonos que varían del pardo amarillento al rojizo. El lecho del barranco está generalmente seco, aunque existen al menos dos fuentes pero con escaso caudal.

          Tiene su origen en el Alto de Molina a unos 1560 m de altitud, y después de recorrer algo más de 6 km, dibujando un arco alrededor del Alto de El Navajuelo (1544 m), acaba desaguando en el Arroyo Majo (1050 m) cerca del Mas del Morrón. A partir de la mitad del recorrido, el barranco se va encajando formando un cañón cuyas paredes septentrionales (la solana) son de una considerable verticalidad, mientras que la vertiente sur posee pendientes más suaves, lo que, unido a la situación de umbría, ha facilitado la extensión del bosque y algunas zonas de cultivos.

          Entre las masías de Gisbert y de las Celosías, a una altitud que oscila entre los 1200 y 1300 m, se ha mantenido alrededor de un pequeño torrente de este recóndito barranco, un reducto de la vegetación climática de Teruel, donde la presión humana, sobre todo el pastoreo que aquí se practica, ha sido suficientemente respetuosa con el mantenimiento de las especies autóctonas.



Tejo monumental
          El lugar umbrío, húmedo y de difícil acceso, ha favorecido el mantenimiento de un bosquecillo de frondosas caducifolias compuesto sobre todo por tilos, los más abundantes, y álamos temblones, junto con tejos, además de arces granadinos, avellanos, mostajos y acebos.

          Por lo escarpado del terreno, muchos árboles surgen de las paredes rocosas y existen varios ejemplares longevos y monumentales, tanto de tilos, álamos y tejos, como de acebos. Los tilos abundan en la parte media y alta del torrente, mientras que los tejos, álamos temblones y acebos prefieren la parte baja, cercana al lecho del barranco Gisbert.


Acebo
          Durante el otoño, la floresta se colorea de amarillo, naranja y rojo, en el invierno la hojarasca alfombra el terreno, y con la primavera vuelve el verdor frondoso.

          La zona está protegida al estar catalogada como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) del Maestrazgo y Sierra de Gúdar, por lo que no deben cortarse ni extraerse plantas.

Cuevas y simas

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Cova Santa. Vistabella del Maestrat

          La mayor parte de la cuenca del río Montlleó se encuentra instalada sobre masas rocosas, predominantemente calcáreas, que han sido afectadas por abundantes fallas tectónicas, provocando la fracturación del relieve. Como resultado, en la parte alta de la cuenca se localizan amplias zonas de absorción de origen cárstico (poljés, uvalas, dolinas) como El Plano, entre Mosqueruela y Puertomingalvo, el Pla de Vistabella o el Pla de Benafigos, que, junto a extensas superficies con escasa pendiente, favorecen la infiltración de las aguas de lluvia o del deshielo a través de las fisuras de la roca superficial (lapiaz), produciendo en su interior la disolución de la caliza y, en consecuencia, la formación de cavidades subterráneas.

Colada en la Cova Santa
           Comúnmente distinguimos entre cuevas, si la entrada a la cavidad es horizontal, y simas (avencs), si el acceso es vertical. En ambos casos, se suele acceder a una intrincada red de galerías, salas y pozos, de complicado recorrido, que se han formado por la acción del agua de infiltración, al agrandar planos de estratificación y diaclasas (grandes fisuras que cortan los estratos perpendicularmente), por donde han circulado, y a veces todavía circulan, corrientes de agua subterránea. Cuando las condiciones lo permiten, sobre las paredes, techos y suelos de las galerías se forman concreciones de carbonato cálcico que pueden tomar diferentes y bellas formas como coladas, mantos, estalagmitas, estalactitas, banderolas, pisolitas y gours.

Columnas y estalagmita
          En el área que estamos recorriendo existen gran cantidad de cuevas y simas, como corresponde a un relieve kárstico. En el excelente trabajo de catalogación espeleológica que realiza el Espeleo Club Castelló, se han inventariado hasta ahora más de 500 cavidades en esta zona de Castellón, la mayoría de dimensiones reducidas, en cuanto a la posibilidad de exploración actual, ya que sólo unas pocas superan los 200 metros de longitud como L’Ullal de Barrets, en Atzeneta del Maestrat, El Forat de l’Aigüa, y l' Avenc del Mas de Lluc en Vistabella del Maestrat o la Cova de la Mina, en Benassal. Tampoco se puede acceder a profundidades importantes, ya que en pocos casos se desciende más de 40 metros, como ocurre en la Sima del Altís, en Villahermosa del Río, una diaclasa que alcanza los 82 metros de profundidad, y en l' Avenc del Mas de Lluc en Vistabella con un desnivel de 63 m y una longitud conocida de 262 metros.

          Sin embargo, la Cova Santa o Cova dels Miracles, en la Vall d'Usera (Vistabella del Maestrat) posee una sala de grandes dimensiones, que se encuentra entre las mayores del País Valenciano.

          En Puertomingalvo, las cuevas más destacadas son las del Mas de Navarro y la Cueva Honda, ambas en el Barranco del Mas de Fuertes, y la Cueva de Valero.

          Algunas de las cuevas son surgencias (ullals) todavía funcionales, por donde las aguas subterráneas salen a la superficie, cuando se saturan las galerías después de abundantes lluvias. Son ejemplo de éstas las anteriormente mencionadas de Atzeneta y Vistabella.
Gran sala de la Cova Santa

          Cuando las características geológicas lo han posibilitado, algunas cavidades han sido explotadas para la minería, como ha ocurrido con la Cova de la Mina, la Cova de l’Ocre y la Cova dels Castellets, las tres situadas cerca del lecho del río Montlleó, en el término de Benassal, donde unas vetas de minerales de hierro, sobre todo la limonita, hicieron rentable su extracción durante años, ampliando artificialmente, con estos trabajos, las cavidades naturales.

          Tanto las cuevas como los abrigos naturales, de menor tamaño, han sido utilizados desde la prehistoria como habitáculo, un ejemplo de cavernas habitadas son Les Coves Voltades, en Vistabella, en las que se han hallado restos de cerámica bruñida de la edad del Bronce. A partir del neolítico también se han usado para guardar los animales domesticados. Son abundantes los apriscos o majadas (mallada) construidos con este fin, aprovechando una cavidad subterránea cuya entrada ha sido cerrada mediante un muro de piedra seca y una puerta de madera, como ocurre en la Cova Negra de Vistabella.
          Pero incluso en la historia reciente de los s.XIX y XX, las cuevas se han utilizado como viviendas, algunas sólo temporalmente huyendo de las frías nevadas del altiplano, o por gente marginal o muy pobre, como por ejemplo en el Barranco de Gisbert (Mosqueruela), entre cuyas paredes existe una datada en 1869. Pero en otras ocasiones, han constituido verdaderos mases, con una ocupación continuada, y con todas las dependencias que posibilitaban la vida de sus pobladores agricultores y ganaderos.

Estalactitas cónicas y excéntricas,
banderolas y pisolitas
           Las cavidades subterráneas son un patrimonio geológico y también biológico, ya que en ellas habita fauna cavernícola, sobre todo quirópteros e invertebrados, que es necesario preservar. Así lo entendió la Unión Europea que dictó una directiva para proteger estos lugares, incluyéndolos en los denominados LIC (Lugar de Interés Comunitario). Precisamente la Cova Santa se encuentra dentro del LIC de Penyagolosa por contener especies de interés. También la Cova Obscura de Atzeneta está catalogada como LIC, por dar refugio a cantidad y variedad de murciélagos, además de varias especies de artrópodos cavernícolas. Además la Generalitat Valenciana ha protegido, con carácter general, todas las cuevas del territorio valenciano, lo que supone que está restringido el acceso en algunos casos.

          Por último, una consideración. La exploración de cuevas y simas, la espeleología, es una actividad deportiva y científica que conlleva cierto riesgo, por lo que debe realizarse con seguridad. Para ello es imprescindible practicarla siempre dentro de un grupo experimentado y con el material adecuado. Si estás interesado en esta práctica contacta con un centro excursionista o club de espeleología, donde te enseñarán las técnicas de exploración y de seguridad pertinentes, además de cómo respetar las cavidades subterráneas.

          La Espeleología es uno de los deportes más completos que se pueden practicar en la montaña, con el matiz de que la mayor parte del tiempo se practica "dentro" de ella. Los grupos de espeleología se dedican normalmente a la exploración de las cavidades subterráneas, lo que se puede considerar su vertiente deportiva, pero además pueden desarrollar, y muchos así lo hacen, actividades científicas en este medio. Es habitual que se levanten mapas detallados de las cuevas y simas exploradas (topografías), y también se colabora con otros científicos en la realización de estudios de geología, hidrología, biología o arqueología.

Castelvispal - Barranco del Rebollar

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Resumen.

          Ruta circular que transcurre por un bello tramo del valle del río Linares, entre Linares de Mora y Puertomingalvo. Visitaremos la tranquila aldea de Castelvispal, además de algunos molinos y masías deshabitadas, y nos adentraremos en un feraz quejigal, en la vertiente oriental del barranco del Rebollar.

Masía del Rebollar de Arriba

Distancia aproximada: 12,5 km
Desnivel acumulado: en subida: 700 m., y en bajada: 730 m.

Enlace al track de la excursión


Descripción del recorrido.

          Castelvispal es una aldea de origen medieval que pertenece actualmente al municipio de Linares de Mora. Se encuentra entre montañas, a 1080 m. de altitud, asomada al río Linares en la confluencia de éste con el barranco que lleva su nombre. De las escasas construcciones del caserío destaca la iglesia parroquial de origen gótico, que contiene elementos de los s. XIV al XVII. Está formada por una sola nave, dividida en cuatro tramos por arcos de diafragma apuntados. En el barranco de Castelvispal existen varios manantiales, como la Fontica, que desde antiguo, suministran el agua a la población y contribuyen a regar sus huertas.
Castelvispal
          Junto a la iglesia del pueblo, bajo la plaza, tomaremos el sendero PRTE-31 que se dirige a Puertomingalvo. Desciende al río Linares, entre acequias y bancales de huertas y frutales. Atravesamos el río por un estrecho puente, cerca de los restos de la antigua fábrica de paños, cuya maquinaria era movida por las aguas del río. A principios del s. XIV ya existía en Castelvispal un molino trapero y harinero, conocido como La Cuba.
          Una vez en la pista que procede de El Puerto, abandonamos el PR señalizado y nos dirigimos hacia el norte (izquierda) hasta llegar a otro puente (éste para vehículos), pero que no cruzamos, sino que seguimos por un camino menos transitado y paralelo al río, rodeado de vegetación de ribera. Cuando finaliza el camino, un ajustado puente nos invita a cruzar al otro lado donde encontraremos La Molineta (1025 m), un viejo molino, hoy en desuso, enclavado en un meandro del río y cercado por viejos álamos negros. Seguimos río arriba por una senda de ganado buscando cruzarlo enseguida, para llegar a un pequeño bancal descuidado con unos pocos cerezos.
La Molineta
          Al vadear el río se inicia el tramo más penoso del recorrido, un antiguo sendero en desuso y oculto entre la vegetación, que asciende en zigzag por la empinada ladera, a veces con la única guía de los hitos de piedra que marcan el camino, para los que no utilicen el track del gps. Al poco de iniciar el ascenso pasamos cerca de un aprisco, construido aprovechando una balma, donde en ocasiones se guarece el ganado. El sendero, perdido en buena parte, pasa por encima de éste, cruza un cortafuegos, y serpentea por la derecha de éste. La abundante vegetación dificulta nuestro caminar y facilita la desorientación. Una buena referencia son los postes eléctricos que bajan de la montaña, situados siempre a nuestra izquierda, nos acompañarán hasta alcanzar una pista forestal en la cota 1250 m., justo a la altura de una cancela que cierra el camino a los vehículos.
           Ya en la pista, la seguimos unos metros hacia el norte (izquierda) y la abandonamos por otra menos utilizada que, en lugar de subir, desciende a un barranco. Cerca de aquí podemos ver varias sabinas de gran porte. Poco antes de llegar al cauce dejamos la pista por un sendero de ganado que surge a la derecha, para adentrarnos en el pinar manteniendo en principio la cota 1225 m. Después de atravesar algunos prados y bancales, en cuya umbría abundan los pinos silvestres, arces, majuelos y quejigos, nos dirigimos por un bancal yermo hacia el norte para llegar a la Masía de las Calzadas, hoy sólo habitada por las vacas que pastan en sus campos y se refugian en sus corrales. Dentro del predominio calizo de la zona, la masía y su entorno se hallan sobre un afloramiento de areniscas y arcillas del cretácico inferior. Junto a las casas una balsa sirve de abrevadero al ganado.
Masía de Las Calzadas
          Continuamos nuestro camino hacia el norte, en dirección a la Masía del Romo, por un bancal despoblado de vegetación que nos lleva a una alambrada para animales. La franqueamos y poco después llegamos a un manantial que surge entre juncos en la ladera rocosa, y cuya fuente vierte su caudal a un dornajo (tronco de árbol vaciado), que tenemos que cruzar. En este tramo aflora un estrato del cretácico superior rico en fósiles de la especie Exogyra (conocidos popularmente como Orelles de moro). En la siguiente curva del camino vemos ya la masía, que no llegamos a visitar ya que el sendero circula unos metros por debajo de ella. Ahora el sendero se hace más evidente ya que nos encontramos en un tramo del antiguo camino de Linares a Puertomingalvo, que ha sido señalizado recientemente como PR.
          Descendemos pues siguiendo las marcas blancas y amarillas, hacia el Barranco del Rebollar, por un carrascal salpicado de pinos laricio, con algunos ejemplares monumentales como el que nos encontramos en el camino con dos enormes brazos. Ya cerca del torrente, en la cota 1230 m, la senda se cruza con un camino ancho, se trata de una antigua vereda conocida como el Camino de las Torrecillas, que recorre todo el barranco desde su cabecera cerca del collado de Los Castillejos o San Bernabé, hasta su desembocadura en el río Linares.
El Rebollar en otoño
         En este punto nos encaminaremos hacia el norte (derecha), hasta llegar a la Masía del Rebollar de Arriba. Recorremos un paisaje silíceo con areniscas de tonos claros, en el que se ha asentado un frondoso bosque de quejigos, del cual ha tomado el nombre el barranco, ya que en la zona a este tipo de quercus se les llama rebollos. Subiremos pues por el camino, cada vez más sombrío debido a la espesura de la arboleda, flanqueado por muros de piedra seca. Unos minutos después se bifurca, un ramal asciende penetrando más en el quejigal, es el que tomaremos ahora para regresar por el otro ramal tras visitar la masía. En ocasiones, la vegetación invade totalmente la vereda dificultando el tránsito, en otras el terreno se encharca por el paso de algún torrente. En otoño, los tonos amarillos, ocres y rojizos de quejigos, avellanos y arces, cubren la ladera oriental del barranco, y la hojarasca tapiza el sotobosque.
          Al salir del bosque nos cruzamos con una senda que seguiremos hacia el oeste (izquierda), en dirección a la Masía del Rebollar de Arriba. Se trata de un grupo de casas construidas aprovechando un estrato rocoso de arenisca. En la parte alta se encuentra la era y en la inferior los corrales, parcialmente derrumbados. No llegamos a acceder al caserío ya que, cuando el sendero alcanza los primeros bancales, tomamos un sendero por la izquierda que se desliza escalonadamente por las sucesivas terrazas para buscar el lecho del barranco. Cerca ya de él, seguimos a la izquierda por una senda de ganado que vadea el torrente por un estrecho paso oculto entre la selvática vegetación, entre unos imponentes álamos negros. De nuevo en la vertiente izquierda del Barranco del Rebollar, caminamos por la parte baja del quejigal hasta encontrarnos con la misma vereda de la ida, por la que regresamos hasta el punto en el que se cruza con el camino de Linares a El Puerto.
Río Linares
          A partir de aquí, continuamos descendiendo por una senda hacia el desagüe del barranco en el río Linares. Poco antes de llegar a él, llegamos a un llano desde donde vemos un molino en la vertiente opuesta, y otras construcciones abandonadas. Cruzaremos el río Linares justo donde el barranco del Rebollar vierte sus aguas. Tanto el río como el torrente llevan agua todo el año y después de fuertes lluvias, en la primavera y el otoño, el río puede ir crecido, pero, salvo por la corriente, vadearlo no supone ninguna dificultad.
          Ya en la orilla derecha del río, nos dirigimos hacia el sureste (izquierda) siguiendo el curso del agua. Pronto veremos unas flechas azules que proceden de Castelvispal y señalan el sentido contrario al nuestro. Pasaremos por un pequeño prado protegido por un muro de piedra y al finalizar éste continuamos por un sendero pegado al río. Al poco salimos a un extenso claro y en su extremo opuesto encontramos un camino que asciende para salvar un escarpe rocoso sobre un meandro. El sendero seguirá encaramándose por la ladera, tomando altura y proporcionando unas bonitas vistas primero del valle, después de la Molineta y por último de Castelvispal.
Cementerio de Castelvispal
          Poco antes de llegar al pueblo pasamos por el viejo y recoleto cementerio. Sobre su puerta hay una inscripción que comparte con otros cementerios españoles. Son unos versos atribuidos a Larra que dicen así:
"Templo de la verdad es el que miras,
no desoigas la voz con que te advierte
que todo es ilusión menos la muerte".

Los pueblos iberos

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Los Castillejos (Puertomingalvo)

A partir de la cultura indígena del bronce a la que se le incorporan elementos europeos (celtas) y mediterráneos (fenicios, griegos, etruscos), comienza el proceso de iberización de las tierras valencianas, alrededor del s. VI aC. La cultura ibera se manifiesta por una serie de elementos materiales diferenciadores como son la cerámica, la moneda, los objetos ornamentales, el arte y la escritura, con un alfabeto que se ha logrado descifrar, pero cuyo lenguaje, con raices comunes con el euskera y el bereber, es todavía una incógnita. La vida económica se fundamenta en las actividades primarias como la agricultura (cereales, lino, frutales), la explotación forestal (leña, madera), la caza (jabalís, ciervos, toros), la pesca, el pastoreo (ovejas, cabras, cerdos) y la minería (hierro, plomo, plata, oro). Estas bases económicas forjarán la industria de la metalurgia (armas, joyas, monedas, herramientas), de la cerámica, del cuero, de la madera, y las relaciones comerciales con otros pueblos de la península y del Mediterráneo.


Cerámica ibera
El pueblo ibero estaba constituido por varias étnias con personalidad propia. En tierras valencianas, los contestanos se asentaban en el territorio situado al sur del río Júcar, los edetanos se hallaban al centro entre el Júcar y el río Mijares, y los ilercavones se encontraban al norte, hasta el delta del Ebro, aunque hay que considerar que las fronteras no fueron uniformes y se moverían a lo largo del tiempo, por la presión de uno u otro pueblo. 



Cerámica ibera
Por lo tanto la etnia ibera que habitaba las tierras castellonenses fueron principalmente los ilercavones, quienes tenían un tronco común con los ilergetes, procedentes del norte del Ebro. Se dedicaban al cultivo del trigo, aceitunas y almendras. El trigo no solían almacenarlo en silos, sino en una especie de hórreos, en lugares elevados del suelo. Su ganadería la formaban cerdos, ovejas, bóvidos y gallinas, también cazaban ciervos y jabalíes, y en la costa completaban su dieta con la recolección de moluscos marinos. Controlaban las mercancías (minerales, cereales, vino) que circulaban por la parte final del río Ebro, y sus puertos eran visitados frecuentemente por los cartagineses, siendo Tivisa (Tarragona) una de sus principales ciudades. Entre los oficios artesanos que practicaban destacan la metalurgia y la cerámica.


Fuentes de la antigüedad, como el poeta latino Avieno, sitúan también en estas montañas ibéricas, a la tribu de los beribraces, un pueblo rudo y belicoso de ascendencia céltica, vinculado a la cultura de Campos de Urnas, y dedicado sobre todo al pastoreo del ganado, del que obtenían además leche y queso.

Armas iberas
Los poblados iberos se situaban generalmente en lugares elevados que les proporcionaban buena visibilidad y cómoda defensa natural. En su interior se diferenciaban varias zonas según su uso, así se hallaban espacios comerciales y públicos, y áreas de viviendas. La distribución interna de la urbe seguía tres modelos básicos. El más común era el de una calle central que daba acceso a las casas, y alguna calle secundaria. Otro modelo era el de varias calles principales que se cruzaban formado una retícula. Y por último, había poblados que se adaptaban totalmente al terreno disponiendo de un trazado irregular.

Muchos de los asentamientos iberos de esta zona se encuentran relacionados con posteriores masías fortificadas situadas junto a las rutas trashumantes, como el poblado de San Antonio, en Mosqueruela, que subsistió hasta época musulmana, o el poblado de Los Castillejos, en Puertomingalvo datado en s. III-II aC., donde se halló cerámica campaniforme, y todavía permanecen las huellas de varios edificios y tres torres.
En la vecina Lucena del Cid se encuentra la torre de Foios, construida con grandes bloques de piedra para defender un poblado que se encontraría a su alrededor. Por los enterramientos hallados y los restos de cerámica, se ha podido datar entre los siglos IV y III antes de nuestra era.
Torre ibera de Foios (Lucena del Cid)
          En Benassal, tenemos los asentamientos de El Castell d’Asensi, muy influenciado por la cultura del Bajo Aragón, con cerámicas decoradas con motivos geométricos y enterramientos en campo de urnas, y el Castell de Corbó, ambos de los siglos II-I aC. En Culla se localiza el poblado del Collet del Salze. En Vistabella encontramos vestigios ibéricos en el mas de l'Alforí, y en la Moleta del mas de Salvador, este último datado en s. II-I aC. También en Vilafranca del Maestrat se halla un pequeño asentamiento en la Serradeta de Vergues, donde se encontró cerámica campaniforme del s. I aC., y el de la Vilavella, donde se hallaron una inscripción ibérica y alguna moneda, junto a cerámica decorada. Por último, en en el Tossalet de la Valera, en Atzeneta, se han extraído cerámicas datadas en el s.II aC.

Vistabella del Maestrat - Riu dels Molins

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Resumen.
          Pequeño recorrido por uno de los rios más interesantes de Vistabella, cuyas aguas han sido aprovechadas por varios molinos harineros desde la edad media. Al mismo tiempo nos adentraremos en un denso bosque en el que se alternan carrascas y pinos silvestre, laricio y rodeno, según la altitud, el tipo de suelo y la orientación de solana o umbría.

Cabecera del Riu dels Molins (Vistabella)
Distancia aproximada: 11 km
Desnivel acumulado, en bajada: 570 m., en subida: 590 m.

Enlace al track de la excursión




Descripción del recorrido.

          El Riu dels Molins, llamado también del Molinet en su cabecera, es una modesta rambla situada al sur de la población de Vistabella del Maestrat. Con apenas unos 8 km. de longitud, es uno de los ríos más poblado de molinos harineros de la zona, rivalizando con el Riu Montlleó del que es un lejano tributario, a través de La Vall d' Usera. En su pequeña cuenca existen 7 molinos, todos ellos en la mitad final de su recorrido: Molí Mes Alt, Geroni, Pasqual, Regolfo, Prat, Mes Baix y la Molineta. Probablemente alguno de ellos es de origen medieval, ya que se nombran en la Carta Puebla de la villa de 1251. Es de suponer que, como la mayoría de los existentes en estos parajes, se construyeron en épocas en las que el régimen pluvial era más húmedo que el actual, ya que hoy el río apenas posee caudal, salvo tras los temporales de lluvias intensas que se suelen dar en otoño y primavera.
Vistabella del Maestrat
          La ruta se inicia en Vistabella del Maestrat, en la Ermita de la Mare de Deu de Loreto (s. XVI) situada en el raval que lleva su nombre, en los extramuros de la antigua muralla medieval, ahora sólo reconocible en algunos portales como el de Sant Roc. Desde la ermita nos dirigimos hacia el oeste, donde se divisa la ermita del Calvari (s. XVIII), en lo alto del Tossalet.
          Cuando finalizan las casas encontramos la Font de Dalt, del año 1568 , y a continuación, un corto paseo arbolado con tilos jóvenes, asomado al barranc del Pots, desde el que obtendremos buenas vistas del pueblo y del valle del Molinet. Cuando acaba el paseo, en un pequeño monolito, surgen dos senderos, el de enfrente (sur) se dirige al caserío de l'Albagés, pero nosotros tomaremos el de la derecha (oeste) indicado por un cartel que anuncia la zona de escalada del Pinet.
Cabra hispánica
          El sendero, en muy buen estado, rodea el Tossalet del Calvari por el sur, dándonos una excelente visión de la cabecera del Riu dels Molins, enmarcada por el Collet al oeste y el Tossal de l'Albagés por el sur. Tras este último podemos divisar las cumbres de Penyagolosa. Aquí fuimos sorprendidos por un grupo de hembras de cabra hispánica y sus crías, anunciadas por su peculiar silbido de advertencia. Cuando arribamos a un pequeño collado nos encontramos con el GR-7 que parte del cementerio y la ermita de Sant Antoni, sin hacerle caso, bajamos por la izquierda en dirección suroeste, entre bancales yermos, muros y casetas de piedra seca. Al llegar al mas del Collet, rodeamos las casas por la izquierda y, cerca de su gran aljibe, descendemos por una senda poco clara que pasa junto a una balsa para el ganado. Luego atravesamos los bancales, donde pacen los animales, hasta adentrarnos en el denso carrascal.
Balsa del Mas del Collet
          Hemos iniciado el descenso al río del Molinet. Al principio la senda se pierde entre las carrascas. Aquí tenemos que buscar el centro del barranco dirigiéndonos a la izquierda, donde hallaremos la Font del Mas del Collet, con escaso o nulo caudal, una pila para lavar y un abrevadero. Los hitos de piedra o el gps, nos mostrarán el camino hasta que se haga evidente sobre un muro de piedra seca que sostiene un bancal, medio oculto por la vegetación. Tras estos pocos metros de confusión, retomamos un sendero bien definido que se desliza suavemente hacia el lecho del río. Primero transita por la solana entre la garriga, pero pronto llegamos al pinar, en este caso de pino silvestre, donde pasamos junto a unos hornos de cal. A veces el camino se ensancha, siguiendo abandonadas pistas forestales, otras veces se pierde al llegar a algún claro, pero la dirección se mantiene, hacia el este y en descenso.
          Cuando alcanzamos el cauce del río, aquí generalmente seco, nos mantenemos en él durante un buen tramo. En unas ocasiones, siguiendo una desdibujada pista, en otras pisando su lecho pedregoso. Ahora aparece la vegetación de ribera, como los álamos, pero sin perder de vista las carrascas y los pinos silvestre. Según descendemos estos pinos serán sustituidos por los pinos rodeno y laricio, aunque en el sotobosque abundarán las aliagas y romeros.
          Llegamos a la parte más encajada del barranco, por donde discurre una falla que atraviesa todo el valle de este a oeste, haciendo aflorar calizas dolomíticas del Jurásico al norte y calizas arenosas del Cretácico al sur. En este tramo nos cruzarnos con la senda que, procedente de Vistabella, se dirige a L'Albagés, y al rato nos encontramos con una pista forestal que asciende por la izquierda alejándose del río, pero que no debemos tomar ya que se dirige a la carretera CV-170. Por el contrario nosotros continuamos cerca del lecho del río, por caminos poco transitados entre la feraz garriga.
Pinos laricio y rodeno
          Cuando el cauce finalmente se cruza con otra pista forestal en buen estado, la seguiremos unos metros por la derecha, subiendo hasta hallar otro camino, a la izquierda, que se dirige a una casa, y que se encuentra cerrado por una cadena. Justo al lado de esta cancela, tomamos una senda que regresa cerca del lecho durante un tramo, para salvar la parcela que ocupa la casa. A partir de ahora es fácil encontrar agua en el río, y también empezaremos a encontrarnos con los molinos que le han dado el nombre. Al sobrepasar la casa, subimos por la derecha al bancal cultivado y llegamos de nuevo al torrente para vadearlo, justo donde se hallan las casas de lo que fue el Molí Més Alt, el cual poseía dos ruedas de moler cuando estaba en funcionamiento. Algunos edificios han sido utilizados en ocasiones como campamento juvenil.
          Proseguimos entre las casas y el río, bajo los vetustos chopos negros, para volver a vadearlo junto a unos avellanos y una higuera, situándonos en su orilla derecha. El camino es confuso, por la densa foresta, pero manteniendonos cerca del torrente en pocos minutos alcanzaremos la carretera, a la altura del aparcamiento de la Font dels Molins. La fuente se encuentra al nivel del río, empotrada en uno de los pilares del puente de la carretera, y se accede a ella por unas escaleras de piedra. En la orilla opuesta se encuentra el segundo de los molinos, el Molí Geroni.
Molí Pasqual
          Ahora caminaremos por la carretera hacia el este durante unos 500 m., primero veremos a nuestra izquierda el MolíPasqual, cuyo cubo, por donde se precipitaba el agua a las ruedas de moler, era circular, y disponía de dos juegos de muelas. Desecharemos el camino que accede a él y seguiremos por la CV-170, hasta desviarnos por otro camino que desciende también por la izquierda hacía el Molí Regolfo, ahora rehabilitado como vivienda. Marchamos junto a este molino y vadeamos el torrente para subir por una pista que accede a un cercado. A la derecha de la verja encontraremos una senda bien definida, se trata del antiguo camino de Vistabella a Atzeneta, también utilizado habitualmente para acceder a este grupo de molinos.
          El sendero remonta la ladera del Collet dels Nius en largos zigzag, primero entre pinos laricio y después entre la garriga de aliagas, romeros, sabinas y enebros. Tras alcanzar la loma, el camino se dirige hacia la carretera. Cuando llegamos a ella, junto a una pista, la cruzamos y seguimos subiendo ahora por una ancho azagador, densamente poblado de aliagas y romeros, por el que discurre una estrecha senda de ganado. Ya se pueden divisar en el horizonte las antenas de comunicaciones instaladas en les Forques, en las afueras de Vistabella. Según nos vamos acercando a la población la senda se convierte en camino empedrado.
          Accedemos a Vistabella del Maestrat por la carretera, pero al llegar al núcleo urbano la abandonamos para tomar por la izquierda el Raval de Sant Roc, que como el resto de ravals permanece extramuros de la antigua muralla. Callejeando por la estrecha ronda, seguimos por el Raval de Sant Joan, esplendido balcón sobre el Barranc dels Pots, y por último giramos a la derecha y llegamos al Raval de la Mare de Deu de Loreto, fin de nuestro recorrido.

El río Majo (Mosqueruela)

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Cuenca hidrográfica del río Majo
Río Majo
          En el collado de Los Castillejos, en Puertomingalvo, confluyen tres pequeñas cuencas hidrográficas, al oeste el barranco del Rebollar, afluente por la izquierda del río Linares, al sur la rambla del Puerto, origen del río Montlleó, y al norte el barranco del Plano que junto al barranco de la Mimbrera, procedente de los montes occidentales de Las Ampolas, son el germen del río Majo. El Majo se encuentra además en la cabecera del río Montlleó, del que es un importante afluente por su izquierda. Esto significa que sus aguas pertenecen al sistema fluvial del río Mijares, a diferencia del otro río destacado de Mosqueruela, el río de Las Truchas, que forma parte de la cuenca del río Ebro, a través de los ríos Bergantes y Guadalope.
          Aunque el río Majo nace en Puertomingalvo, casi la totalidad de sus 90 km2 aproximados de cuenca hidrográfica se desarrollan dentro del término de Mosqueruela. Tomando como origen el barranco de la Mimbrera, a 1650 m de altura, el río tiene un recorrido de cerca de 24 km hasta su desagüe en el Montlleó, a unos 850 m de altitud, en las proximidades del Mas de la Cuesta, cerca ya del Santuario de la Virgen de La Estrella. Su cauce tiene por lo tanto una pendiente suave, ya que su gradiente apenas supera el 3 %.
          La cuenca hidrográfica está instalada sobre una serie de estratos carbonatados prácticamente horizontales del período cretácico. Aunque predominan las rocas calizas y margocalizas, existen pequeños afloramientos de arenas blancas y amarillas, al SE de la villa de Mosqueruela y alrededor de las masías de las Usadas, así como conglomerados del Terciario, también al sur de la villa. Todos estos sedimentos han sido fracturados por una red de fallas, generalmente de dirección SO-NE, que generaron una serie de fosas tectónicas sobre las que se formaron depresiones con funcionamiento cárstico conocidas como poljés.
Poljé de Los Castillejos
          Un poljé es una depresión cerrada con bordes escarpados y drenaje subterráneo, que se encuentra en terrenos carbonatados modelados por la disolución de la roca caliza. Su suelo es plano, arcilloso y fértil, por lo que son muy aprovechados para la agricultura. La red fluvial del Majo se instaló sobre lo que serían tres poljés vecinos, abriendo sus cuencas y drenándolas hacía el valle del río Montlleó. El más fácil de identificar es el poljé de Mosqueruela localizado en El Plano, en la cabecera del río Majo, y en cuya parte meridional continúa activo en la cuenca cerrada de Los Castillejos, donde las aguas de escorrentía se sumergen por un sumidero próximo al Mas de Ciprian. Los otros dos han desaparecido prácticamente al ser barridos por la acción erosiva del río, que ha formado el profundo cañón que hoy podemos contemplar, especialmente en la zona del castillo del Mallo y Las Estacas. Se trata del poljé del Arroyo Majo, que se encontraría en su parte central, y el de Bojar-Gisbert, que ocuparía el barranco Gisbert, su afluente más importante, y la parte final del río.
Fuente del Majo y castillo del Mallo
          Según la cartografía que se consulte lo vemos calificado como río, barranco y arroyo. Esta disparidad está justificada debido a que se puede comportar como cualquiera de ellos. En los momentos de sequía es un barranco sin caudal continuo. Se le considera un arroyo en un corto tramo situado bajo la Masía del Morrón, en el que suele circular agua durante todo el año, y donde se hallan los restos del único molino harinero del río, próximo ya a la Fuente del Majo. Y por último, en los reducidos períodos de lluvias intensas del otoño y la primavera, se convierte en un río con caudal permanente. Este tipo de régimen hidrológico es típico de los valles secos que se dan en relieves cársticos, como ocurre también en la mayor parte de la red fluvial del río Montlleó. Debido al descenso generalizado de las precipitaciones y el consiguiente descenso del nivel freático, el curso de agua se mantiene subterráneo, y sólo aflora en algunos lugares. Por otra parte, además de fuentes como la del Majo, la de las Usadas y la de Aparicio, existen varios ojales en sus vertientes, manantiales de agua subterránea procedente de las montañas contiguas que se activan tras lluvias o nevadas fuertes.
          La orientación del valle oeste-este ha creado dos vertientes bien diferenciadas, una al norte y otra al sur, favoreciendo el desarrollo de masas vegetales diferentes según nos encontremos, en la solana o en la umbría.
Solana (izq.) y umbría (der.)
          La solana, donde predomina la carrasca, ha sido aprovechada por los mosqueruelanos para la extensión del cultivo, sobre todo de cereales, mediante el abancalamiento de las laderas con muros de piedra seca, aunque en la actualidad la mayoría de los campos han sido abandonados, y sólo se emplean para el pastoreo. Por su parte, en la umbría prevalece un frondoso bosque de pinos laricio y silvestre, con bastantes zonas de repoblación. El cauce está moteado por vegetación de ribera, como álamos negros, sargas y avellanos. En los extensos llanos del poljé de Mosqueruela, se mantiene el cultivo de cereales y de forraje para alimentación del ganado. Existen también algunos lugares aislados donde ha sobrevivido lo que fue la vegetación autóctona de la zona, como ocurre en la Tilera del Barranco Gisbert, en la que perviven tilos, tejos, acebos y álamos temblones.
Masías en las vertientes del Majo
          Entre la fauna hay dos especies que destacan por su abundancia. En las estribaciones de El Milano anida una numerosa colonia de buitres leonados, que cada día sobrevuelan el valle, y se trasladan a los territorios vecinos en busca de comida. En las zonas escarpadas del barranco Gisbert y el castillo del Mallo, es fácil encontrarse con grupos de cabras hispánicas, generalmente de hembras con sus crias, o de machos , salvo en la época del celo en el que se mezclan los grupos, entorno al mes de noviembre.
          En este recóndito valle encontraron refugio diversos pueblos a lo largo de la historia como lo demuestran los numerosos hallazgos arqueológicos, entre los que mencionaremos las pinturas rupestres de arte levantino del Barranco Gisbert, los cinco poblados de la edad del bronce y el castillo del Mallo, destacado cerro testigo situado en la confluencia del Arroyo Majo con el barranco Gisbert, que posee una larga historia de ocupación desde la edad del bronce hasta la edad media.

Mosqueruela - río Majo

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Resumen.
          Esta excursión nos descubre la geografía del río Majo recorriendo el cañón de su parte central, entre Mosqueruela y el Mas de Usadas Nuevo,  además utilizaremos un tramo del tradicional camino de La Estrella que transita por un boscoso pinar.
Meandro y "castillo" en el río Majo


Distancia aproximada: 18,8 km
Desnivel acumulado, en bajada: 610 m., en subida: 610 m.

Enlace al track de la excursión



Descripción del recorrido.

Procesión de despedida
de la romería de La Estrella
          Para conocer el río Majo vamos a seguir, en parte, el camino de la romería de la Virgen de La Estrella. Esta rogativa mariana se realiza cada año el último domingo de Mayo, y reúne a centenares de romeros en unos festejos que se prolongan durante cuatro días. El viernes, las mujeres de Mosqueruela, elaboran los rollos de la Caridad que serán repartidos durante la fiesta, el sábado se bendicen los rollos y por la noche se canta el Magnificat en la iglesia, el domingo despierta con el rosario de la Aurora, después se almuerza y tras la misa mayor, al mediodía, se inicia la romería pasando por la ermita de Nuestra Señora de Loreto. A mitad camino, en la Fuente Aparicio, se realiza una parada para reponer fuerzas. La llegada al Santuario de la Estrella se produce hacia las seis de la tarde entre volteos de campanas y cánticos. El lunes se reproduce en el santuario todo el ceremonial del día anterior, el rosario de la Aurora, la misa mayor, el canto de los gozos y el regreso por el mismo camino hasta Mosqueruela, donde se recibe a los romeros con fuegos y repique de campanas.
Arquitectura popular
en piedra seca
          Partimos pues, como los romeros, de la ermita de Loreto  del s. XVI-XVII, siguiendo el camino señalizado como PR TE-83. Primero se dirige hacia el Sur y después de pasar junto a los cementerios, se desvía hacia el Este, cruzando el barranco de la Horca, donde probablemente se ajusticiaba a los condenados en la edad media. Caminamos en suave descenso por una pista entre bancales, muchos de ellos abandonados. Nos hallamos en un paisaje humanizado donde las construcciones en piedra seca se extienden por todo el territorio, obteniendo de él el máximo provecho posible. Así, además de los muros para abancalar las laderas y extender los cultivos, vemos muros que delimitan las parcelas y las protegen del viento y del ganado, y casetas para guarecerse o almacenar materiales, o incluso algún aljibe.
          Después de una curva cerrada del camino, éste se bifurca en dos, el de la izquierda mantiene la cota y sigue las marcas blancas y amarillas del PR, pero nosotros lo abandonamos temporalmente para descender por el de la derecha hacia el lecho del río Majo. Estamos en el Camin Real procedente de Vistabella del Maestrat, que conserva el firme empedrado en algunos tramos. Al llegar al cauce seco del río vemos las Calzadicas en la vertiente opuesta, una rampa que remonta la ladera en zigzag facilitando el tránsito de animales de carga y carretas. Siguiendo ese camino llegaríamos a Vistabella del Maestrat, después de atravesar el río Montlleó por el puente medieval de Maravillas. Pero ahora nos desviamos a la izquierda permaneciendo en el lecho hasta volver a encontrarnos con las marcas del PR, un poco después aguas abajo.
Sarga en flor
          Retomamos el camino de la Estrella y enseguida abandonamos el río para ascender por la orilla derecha, siguiendo las marcas blancas y amarillas, adentrándonos en el pinar umbrío donde se entremezclan el pino silvestre y el laricio. El ascenso se prolonga durante unos 2 km hasta salir del pinar, luego mantiene más o menos la cota de los 1400 m y llegamos a la fuente Aparicio, parada obligada en la romería de La Estrella, donde se reparten entre los romeros los rollos de la Caridad, huevos duros y vino. Continuamos por la pista unos minutos rodeando el monte de El Gallo (1504 m) y llegamos al collado del Inzuelo. Aquí se parten las aguas de escorrentía, a la derecha (sur) se deslizan por el barranco del Acebar al río Montlleó, y a la izquierda (norte) lo hacen hacia el río Majo. Ahora renunciamos al camino de La Estrella, y a sus marcas de PR, y tomamos el de la Umbría, una pista que baja serpenteando por la izquierda. A unos 1300m desde el collado sale otra pista menos transitada por la izquierda que se dirige al Mas de Usadas Nuevo, la tomamos y seguimos descendiendo hasta que , muy cerca ya del mas, hace una curva pronunciada a la derecha, momento en el cual la dejamos para tomar una senda por la izquierda que se precipita hacia el lecho del río. Enfrente de nosotros, en la vertiente opuesta vemos el Mas del Puntal.
          Una vez en el cauce, normalmente seco, vamos remontando su curso meandrizante de regreso a Mosqueruela. Caminaremos por sendas de ganado evitando en lo posible el suelo pedregoso del barranco, teniendo siempre la umbría a nuestra izquierda, donde la vegetación prospera gracias a la humedad, en especial el pino laricio y el silvestre, y a la derecha la solana, en la que predomina la carrasca, aunque se ha abancalado para cultivar la tierra, allí donde ha sido posible. En las orillas del cauce surgen de cuando en cuando álamos negros, arces, tilos, sargas o avellanos.
Río Majo
           Al poco de caminar por el río encontramos las huellas de un ojal en la vertiente sur (izquierda), que sólo mana tras lluvias fuertes. En el siguiente meandro llegamos al desagüe de dos barrancos, por la derecha el barranco de Valderagua, y por la izquierda el de la Parrilla. A continuación, en otro meandro encajado, nos vemos obligados a atravesar un estrecho paso en una garganta con importantes derrumbes. El río ha formado aquí un estrecho cañón, sacando a la luz los estratos calizos horizontales que son visibles a ambos lados. Desde la rambla hasta las cumbres planas que la rodean existe un desnivel de 300 m . Entre las paredes verticales asoman pequeños cerros testigo que los mosqueruelanos han bautizado como castillos, así podremos ver el castillo de Trapos, el de Valderagua o el de Mocho. En esta zona se han descubierto varios yacimientos arqueológicos de la edad del bronce.
Río Majo
          Bajo el castillo de Trapos, en la solana, hay una discreta fuente, poco después llegamos al desagüe del pequeño barranco del Boiro, por la derecha, y unos 500 metros más adelante hay otro manantial, utilizado por el ganado, en la desembocadura del barranco del Pescatero, cerca ya del Mas de Mocho. Para salvar el meandro que hace aquí el río, franqueamos una cancela que hay a nuestra derecha que accede al Mas de Mocho, y cuando pasamos éste volvemos a una senda cercana al torrente que nos conduce hasta el PR del camino de la Estrella.
          De nuevo en este camino señalizado, seguiremos las marcas blancas y amarillas hasta nuestro destino final, la ermita de Loreto, punto de partida de la excursión.

El río Carbo (Villahermosa del Río)

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Valle del Carbo

Este pequeño río está situado al SO de Penyagolosa. El origen del topónimo Carbo podría estar en la palabra preromana Quer, que significaría peña grande. En la carta de población de Villahermosa de 1243 se hace referencia al portun de Chera, luego en la de Vistabella de 1251 se habla de Caro, y de aquí pasaría al actual Carbo. La mayor parte de su cuenca se encuentra dentro del término de Villahermosa del Río, como una cuña encajada entre los términos de Puertomingalvo y Vistabella, y sólo una pequeña porción pertenece al Parc Natural de Penyagolosa, en concreto la zona alta del Barranc dels Morts, en las estribaciones occidentales de los Cinglos de Marcen. Es afluente por la izquierda del río Villahermosa, y por tanto forma parte de la red fluvial del río Mijares. Su reducida cuenca hidrográfica tiene una extensión aproximada de 2650 Ha., y la longitud de su curso fluvial ronda los 9 km., descendiendo en esa distancia cerca de 1000 m., desde los 1650 m de  l'Alt de Asevar hasta los 660 m de la desembocadura, lo que le aporta un perfil bastante abrupto y encajado.



Calizas del valle del Carbo
          El río ha excavado una secuencia estratigráfica que  va desde el Cretácico Superior, en la parte alta, hasta el Triásico en la desembocadura, sin embargo los sedimentos no afloran uniformemente ya que nos encontramos en un territorio fracturado por varias fallas, en especial al oeste y al sur de la cuenca.
Según descendemos de altitud podemos observar los materiales depositados en cada período geológico. Así, entre el Barranc dels Morts y Maluendas, nos encontramos con calizas arenosas y margas, donde abundan fósiles marinos como Ostreas, Rudistos, Gasteropodos y Orbitolinas. En el Barranc de Marcen y la zona de la Casa de Celades, predominan las areniscas y arcillas de tonos claros y rojizos. En el área del Mas de los Juanes y al sur del Molino de la Roca, hallamos calizas y margocalizas grises con abundantes fósiles de Orbitolinas, y también areniscas con abundante hierro que le proporcionan el color rojo característico. Del Molino de Abajo a Roncales, lo que proliferan son las calizas arenosas y las margas, y un poco más abajo retornan las areniscas. Y por último, al llegar a Villahermosa, aparecen las calizas dolomíticas gris oscuras, con margas, y arcillas de tonos verdes y rojizos, intercaladas con yesos.
Bancales abandonados

El curso principal del río tiene una orientación NE-SO por lo que no existen grandes diferencias de insolación entre las dos vertientes. Sin embargo, los barrancos tributarios con una orientación E-O si poseen esta diferencia, como ocurre con los barrancos de Marcen, de los Izquierdos y de la Cepera, todos ellos en su margen izquierda y , como suele ocurrir en las comarcas de montaña, las vertientes más soleadas serán aprovechadas para el cultivo mediante el aterrazamiento de las laderas, si la pendiente lo permite, dejando la umbría para el desarrollo del bosque, en este caso de carrascas y pinos blancos y rodenos.Los campos baldíos han sido invadidos por la garriga de coscojas, romeros y aliagas, mientras que en la ribera del río se extienden los álamos, sargas y juncos.







Marcen y Penyagolosa
En el emplazamiento de Roncales, a 800 m de altitud, y en las cercanías de Villahermosa, 100 m. más abajo, el valle se ensancha permitiendo el aterrazamiento y la extensión del cultivo de regadío mediante acequias. Huertas y frutales pueblan la margen derecha del río, mientras la izquierda permanece escarpada impidiendo su explotación.

El río Carbo mantiene cierto caudal durante todo el año, gracias a la surgencia más destacada del macizo de Penyagolosa. Ésta se encuentra al pie del Cinglo Estrecho, en la confluencia del Carbo con el Barranco de los Sapos, al sur de las casas de Maluendas. En este lugar de difícil acceso, las aguas surgen de dos manantiales enfrentados, situados a ambos lados del estrecho congosto. Existen además, poco más arriba, dos ojales , el Negro y el del Tollagar, que tras las los días de lluvia, se activan en la orilla izquierda del río, aportándole mayor caudal, el cual circula precipitado entre gargantas, creando pequeños saltos y pozas.
Cascada del Carbo
En este interesante paraje se encuentran las cuevas del Carbo, viejas formaciones calcáreas creadas por la erosión de las aguas. También destaca la gran cantidad de toba calcárea acumulada en las vertientes, por la precipitación, sobre la vegetación existente en cada momento, del carbonato cálcico trasportado por el agua a lo largo de los años.
Es especialmente bello el trecho cercano a las casas del Carbo donde se encuentra una espectacular cascada, y varias marmitas de gigante excavadas en el lecho de roca caliza, junto a las ruinas del antiguo Molino de la Roca. El lugar, entre pequeñas huertas y acequias, está muy cuidado merced a la atención de los vecinos que habitan los mases, nuevos masoveros de extracción urbana que hace unos años abandonaron las comodidades de la ciudad y se integraron plenamente en la dura vida del valle, que prácticamente había desaparecido al emigrar sus antiguos habitantes desde mediados del s.XX. Gracias pues a ellos, hoy disfrutamos de este armonioso paisaje, y deberíamos hacer todo lo posible para que así se mantenga, sin que la visita de los excursionistas perturbe el equilibrio logrado.
Río Carbo

El sendero de gran recorrido GR-7 discurre por casi todo el río, desde el collado de la Lloma Plana, cerca de la cabecera, hasta su desembocadura, tras atravesar el congosto de La Hoz, cercano ya a la población de Villahermosa. Durante el trayecto pasa próximo a las casas del Mas de Coria, un par de molinos abandonados y el caserío rehabilitado de Los Roncales, donde existen dos casas rurales en las que es posible alojarse.

Sant Joan de Penyagolosa - río Carbo

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Resumen.

          Ruta muy recomendable que transita por la parte alta del valle del Carbo, ofreciéndonos excelentes vistas de sus vertientes. Visitaremos algunas de las masías que lo pueblan, y podremos contemplar la belleza de las cascadas del río Carbo.
Cascada del Carbo




Distancia aproximada: 13,2 km
Desnivel acumulado aproximado, en bajada y subida: 800 m.

Enlace al track de la excursión



Descripción del recorrido.

          Iniciamos esta ruta en el ermitorio de Sant Joan (1280 m), en el corazón de Penyagolosa. Aquí tomamos el sendero GR-7 que se dirige a Villahermosa del Río, y que sale de la parte de atrás de la hospedería. Al principio es una pista que cruza el barranco de la Carbonera, y asciende por un pinar de pinos silvestres y laricios. En el collado de la Lloma Plana (1370 m), una cancela nos recuerda que estamos en zona de pastoreo de ganado vacuno. Salvamos el alambre y continuamos unos metros por la pista para desviarnos poco después, siguiendo las marcas blancas y rojas, por otra que baja por la izquierda hacia el valle del río Carbo. Nos hallamos en la cabecera oriental del valle, y desde aquí podemos observarlo en casi toda su longitud, ya que al sur alcanzamos a ver Villahermosa del Río, lugar donde finaliza.
Maluendas
          Unos pocos metros más abajo, cuando la pista se bifurca y el GR-7 sigue el camino de la izquierda, nosotros lo abandonamos para continuar recto hacia el caserío de Maluendas. Ahora la vegetación cambia y predominan las carrascas y los robles quejigos, salpicados de arces. Junto al camino, en una pared rocosa vemosla Covarxa, un abrigo de pocos metros de longitud. Sobre nuestras cabezas el Mas Roig, del que existen referencias desde el s. XVI, nos observa con su portal en arco de medio punto. La pista, en buen estado, cruza los barrancos Obscur y Carbo, originarios del río. Encontramos una cancela que nos avisa de que Maluendas está habitado y tras ella, a la izquierda del camino, se encuentra la Font de la Canaleta, con abrevadero y una pequeña balsa en desuso.
          Llegamos al caserío, y tras pasar las dos primeras casas vemos a la derecha, entre el otro grupo de edificios, unas marcas blancas y amarillas que nos indican el sendero hacia la Masía de los Juanes. Es una senda poco definida que transita primero por unos bancales yermos hacia un pequeño claro entre carrascas que tenemos enfrente. Cuando sobrepasamos estas carrascas veremos la masía a donde nos dirigimos. Accedemos a la Masía de los Juanes (1200 m) por las eras y proseguimos hacia el Barranco de los Sapos, siguiendo una senda que lo cruza junto a grandes bloques de roca caliza entre los que se halla laCueva de la Vaca, un refugio para el ganado cerrado con muro de piedra.
          El sendero, ahora claro, cambia su dirección y se encamina hacia el sur en breve ascenso hasta El Castellar (1270 m), un balcón poblado de sabinas de poca altura, desde el que obtendremos buenas vistas del valle del río Carbo. El lugar recibe este nombre por los vestigios que existen de antiguas construcciones, ya que parece que estuvo poblado desde la prehistoria hasta la época musulmana. Hacia el este, en la vertiente opuesta, vemos el barranco de Marcén y los Cingles en primer termino y, al fondo, Penyagolosa. En esta parte del valle se asientan varias masías, algunas habitadas, que aprovechan su cercanía al río para cultivar pequeñas huertas. Antaño se explotaban numerosos bancales, arrebatados a las laderas, donde se sembraban cereales, cuyos granos eran molidos en el Molino de la Roca o en el Molino de Abajo.
Casa Celades
          Desde este promontorio iniciamos un prolongado descenso que nos llevará al lecho del río y a sus célebres cascadas. El camino, construido en este tramo sobre los escarpes rocosos, zigzaguea para salvar dos grandes escalones. Aquí las carrascas compiten con las sabinas y algunos enebros. Al poco llegamos a unos bancales incultos de terreno rojizo, fruto de las roca arenisca cargada de hierro que los rodea, y poblados de pinos y carrascas. La senda se bifurca varias veces, pero nosotros debemos tomar siempre la que se dirija a la Casa de Celades (1060 m). Un vez en las casas, que se encuentran habitadas, accedemos a las eras superiores y proseguimos nuestro camino hacia el oeste, pasando por una fuente con balsa que se encuentra al abrigo de unas monumentales encinas.
Caseto Royo
          A continuación cruzamos el barranco de las Parras y nos encaminamos al Mas de Llobet (1060 m), otro grupo de casas situadas más al sur. Cuando llegamos a ellas, el sendero retoma el descenso por unos bancales que pronto abandona para serpentear por el denso carrascal, moteado de pinos blancos y rodenos. Este camino era utilizado por los masoveros para ir al Molino de Abajo y a Villahermosa del Río. Su firme está empedrado en algunos tramos, y a sus lados prospera el espeso sotobosque formado por coscojas, romeros, aliagas y enebros.
          Cuando salimos del carrascal, dejamos a nuestra izquierda una senda que se dirige al Mas de las Llaves, y continuamos descendiendo hasta llegar al Caseto Royo (920 m), una casa construida con piedra de arenisca roja, donde abandonaremos el camino de Villahermosa para desviarnos, iniciando el regreso de esta ruta circular. Caminamos entre la casa y un muro de piedra que la protege del escarpe, en el que han crecido dos piteras. En el río se puede ver el Molino de Abajo, rodeado de chopos, justo donde el barranco de los Izquierdos desagua en el Carbo.
Cascada del Carbo
          Ahora la senda se orienta hacia al norte atravesando un bancal y, entre carrascas, nos aproximamos al lecho de río que alcanzaremos por encima de una pequeña cascada, frente a las ruinas del Molino de la Roca. Avanzamos aguas arriba para localizar la cascada más grande y bella de las que pueblan el Carbo. En una estrecha y sombría garganta, revestida de toba calcárea, vegetación y musgo, el caudal del torrente se precipita varios metros sobre una poza de aguas verdes.
          Después de relajarnos en la contemplación de este bello entorno, volvemos por nuestros pasos para vadear el río, y ascender por una senda que deja a la derecha las ruinas del molino. En pocos minutos llegamos al GR-7 que procedente de Sant Joan se dirige a Villahermosa. Lo tomamos en dirección norte (izquierda), sin abandonarlo hasta el final de la excursión.
Carrasca
          Pronto pasamos por las casas del Mas de Coria, y serpenteando entre bancales ascendemos por la ladera occidental de Marcén, donde entre la garriga a veces nos sorprenden grandes ejemplares de carrascas. El sendero va ganando altura regresando a la vertiente del Carbo, que alcanzamos frente al barranco de los Sapos. En la confluencia de este barranco con el río Carbo se encuentran los ojales que le proporcionan su caudal. En este tramo el camino es bastante aéreo, atravesando largos canchales que se precipitan por la pendiente. Al acercamos al collado el camino se funde con una pista forestal. Hemos llegado al pinar de pino laricio, en el que algunos arces intrusos salpican de color amarillo y rojo los días de otoño.
          Pronto arribamos al cruce con la pista de Maluendas, por donde hemos iniciado la ruta. Ahora, siguiendo las marcas blancas y rojas, regresamos por la Lloma Plana hasta Sant Joan de Penyagolosa.

La romanización

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L'Arc de Cabanes
En nuestro territorio, los pueblos iberos entraron en contacto con el resto de pueblos mediterráneos, de los que asimilaron diversos aspectos culturales, mercantiles y político-administrativos.
A principios del s.III aC. Cartago dominaba la vida comercial de las tierras valencianas y mantenía como aliados a la mayoría de las tribus iberas. Su influencia se extendía desde el Ebro hasta Andalucía, mientras Roma controlaba el norte por un acuerdo entre ambas potencias.
Sin embargo se produjeron unos hechos que marcaron la entrada de Roma en toda península: el asedio y destrucción por parte de los cartagineses, dirigidos por Aníbal, de la ciudad ibera de Arse (Saguntum), aliada de Roma. Como consecuencia de ello se inicia la Segunda Guerra Púnica (219 a 202 aC.) que Roma mantuvo para echar a los cartagineses del territorio hispano.

L'Arc de Cabanes

Al finalizar estos acontecimientos bélicos se produce la represión de los pueblos iberos aliados de los cartagineses, y la destrucción de muchas de sus ciudades que acabarán por desaparecer. Entre las que se mantuvieron e incluso florecieron, se encuentra Arse (Saguntum), aliada de Roma.
Para la sociedad ibérica, la romanización supuso un proceso de asimilación gradual en el tiempo, puesto que duró dos siglos, y desigual en el espacio, ya que afectó en principio a los núcleos urbanos, y de estos se extendió a las zonas rurales. Los pueblos iberos, sin llegar a perder su propia cultura, experimentarán cambios sociales, económicos, culturales, tecnológicos y lingüísticos, que los convertirán en una provincia romana.
La administración romana implantó un modelo de ciudades, agrupadas en provincias, en las que las funciones estaban jerarquizadas. El territorio valenciano formaba parte en un principio de la Provincia Citerior, y más tarde de la Tarraconense. Administrativamente se distinguían las colonias, como Valentia, cuyos pobladores procedían del exterior, los municipios cuyo origen era local pero organizados a la manera romana, como Saguntum y Lesera, cerca de Forcall, y las ciudades (civitates) que tenían el rango inferior.
En cuanto a la distribución urbana, se planifican los espacios públicos y privados, destacando entre los primeros el foro, que es el centro cívico, religioso y administrativo. Aparecen las grandes mansiones de las clases acaudaladas y, las necrópolis se sacan de los límites urbanos, a las vías de acceso a las ciudades.

Estela funeraria de Puertomingalvo

El poblamiento experimenta un cambio respecto a la etapa ibera, ya que las nuevas poblaciones no suelen ocupar los núcleos iberos. El poblamiento rural abandona el hábitat concentrado y amurallado, y se extiende el disperso, en pequeñas explotaciones agrícolas, que a partir del s.I se transformarán en villas romanas.
Los recursos agropecuarios son explotados de forma organizada, sobre todo cuando se instalan las familias itálicas, primero destinando la producción para el mercado local y después, a partir del s.I, para la exportación al resto del imperio, en especial a Italia. Por todo el territorio se esparcen villas rústicas que son el centro de la actividad agrícola, y propiedad de familias ricas. En los llanos del interior, se cultiva trigo, arboles frutales, y la vid y el olivo para la producción de vino y aceite. En las zonas montañosas predomina la ganadería extensiva.

Durante la época romana se crea la red de comunicaciones, cuyo eje vertebrador en tierras valencianas será la Vía Augusta, que desde Roma lleva hasta Cádiz. Esta vía, al pasar por nuestro suelo, concentra a su alrededor buena parte del poblamiento y riqueza, uniendo las principales ciudades como Saguntum, Valentia, Saetabis, Ilici. En realidad, circula por un viejo camino ibérico que Augusto reconstruye entre el año 8 y 2 aC., dotándolo de servicios de posta para facilitar la rápida difusión de la información y el transporte público.
La Vía Augusta entraba por el norte, en tierras castellonenses, cruzando el río Senia cerca de Sant Joan del Pas, y avanzaba hacia el sur por Traiguera, La Jana, Sant Mateu, Salzedella, Coves de Vinromà, Vilanova de l'Alcolea, Bell-Lloc, Pobla Tornesa, Borriol y Vila-Real, continuando por Sagunto hacia Valencia. Junto a la vía se han hallado restos de asentamientos romanos, perdurando algunos en las poblaciones actuales de Traiguera, La Jana y Sant Mateu. También han aparecido varios milliarii,columnas de piedra utilizadas para señalar la distancia en el camino, que equivalían a mil pasos (1.481,5 metros). Entre Bell-Lloc y la Pobla Tornesa, se halla el conocido Arc de Cabanes, monumento funerario construido alrededor del s. II de nuestra era, posiblemente para honrar la memoria de un rico propietario. De este arco sólo se conservan las pilastras y las dovelas de la arcada, pero en su origen tenía un cuerpo superior cuadrangular. Justo aquí cruza una vía de penetración hacia el interior que seguía un trazado perpendicular a la costa, de este a oeste, en dirección a tierras aragonesas.
Camino de descenso al río Montlleó

Esta vía secundaria, transversal a la Vía Augusta, tenía su origen en Torre de la Sal, al norte de Orpesa, un destacado enclave ibérico que poseía un activo embarcadero. Tras atravesar la marjal de Cabanes, conectaba con la Vía de la Costa, en la se encuentran los restos ibéricos y romanos del Bordissal, continuaba cerca del asentamiento ibérico del Campello, por el Camí de la Fusta, hasta llegar a Cabanes. Desde aquí se dirigía a Vistabella del Maestrat por el mas de l'Arc, donde enlazaba con la Vía Augusta, y seguía por la Vall d'Alba y la Pelajana, cruzando la rambla de la Viuda para ascender al Coll de la Bassa y encaminarse a Atzeneta del Maestrat. Desde aquí, por el Coll del Vidre, iba a Vistabella desde donde se encaminaba hacia el Pla para atravesarlo y descender el cañón del río Montlleó. Cruzaba el río por un puente próximo al mas del Pont, en el lugar donde hoy se halla otro de origen medieval, aunque se le conoce con el nombre de Pont Romà o puente de Maravillas. En este tramo se conservan trechos de camino empedrado. Desde aquí, la vía remontaba hacia Mosqueruela pasando cerca de la masía de Las Calzadas, y el lugar conocido como Las Calzadicas, cercano ya a esa población.
En el área que nos ocupa, los restos romanos hallados hasta el momento son más bien modestos, lo que confirmaría que la mayor influencia colonizadora se produciría en el litoral y corredores prelitorales. La ciudad ibero-romana más septentrional en tierras valencianas sería Lesera, situada en la Moleta del Frares, en El Forcall. Ésta ocupaba un recinto amurallado de unas 6 Ha y estuvo poblada hasta el s.III dC. Lo que más abundó en nuestra zona fueron las villas y pequeños núcleos de población asociados a explotaciones agrícolas y ganaderas.

Pont romà o de Maravillas

En Puertomingalvo, se encontraron unas estelas funerarias con inscripciones latinas, del s. I-III dC., en lo que podría ser una necrópolis situada en el paraje conocido como el Montañes. Una de estás inscripciones está destinada a “Sulpicia Sexti filia/ domo Edeba”, una mujer procedente del municipio romano de Edeba, que para algunos historiadores (1) se encontraría a unos 30 km, en El Morrón (La Iglesuela del Cid). Este gentilicio sólo ha aparecido aquí y en Alcalá de Xivert, distante 48 km de El Morrón, por lo que es probable que existiera algún parentesco entre ambas familias.
Otros yacimientos de la zona, en los que ha aparecido cerámica sigillata, están relacionados con anteriores ocupaciones iberas, como son el Castell de Corbó (s.IV-V dC.) en Benassal, y el Tossalet de la Valera (s. II dC.) en Atzeneta. En Vistabella del Maestrat, están la Moleta del mas de Salvador (s. I-II y IV-V dC) y el Mas de l'Alforí, donde se hallaron restos de un asentamiento tardo-imperial y fragmentos de dolia(grandes recipientes)y tejas. En Vilafranca se localizó una pequeña inscripción sin datar en el Racó dels Calbos, y fragmentos de sigillata en el Pla de la Cana.

(1)Josep Corell – X. Gómez Font, Inscripcions romanes del País Valencià II. 1. L’Alt Palància, Edeba, Lesera i els seus territoris. 2. Els mil·liaris del País Valencià. Publicacions de la Universitat de València 2005.

El Rebollar de Sant Joan de Penyagolosa

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El Rebollar

          Al noroeste del Ermitorio de Sant Joan de Penyagolosa, en las lomas que lo resguardan por el norte, ha sobrevivido un bosquecillo de robles melojos o roures rebolls(Quercus pyrenaica) en el lugar conocido como El Rebollar.

El Rebollar
          Este espacio se asienta sobre calizas arenosas y areniscas con abundante óxido de hierro, que fueron depositadas durante el Aptiense Superior, al final del Cretácico Inferior, hace unos 90 millones de años. Estas rocas erasionadas aportan el suelo ácido, carente de cal, que necesita el melojo para prosperar. Además, la erosión ha formado balmas que han servido de refugio para el ganado y los pastores como la Coveta dels Carboners o la Cova del Rebollar.

Coveta dels Carboners
          El rebollo es un nombre compartido con otros tipos de Quercus, según el área geográfica donde se encuentra. Así, en Aragón se llama rebollo al Quercus faginea, generalmente conocido como quejigo o roure valencià, y en el País Valenciano el roure rebolles el Quercus pyrenaica, que en español comúnmente se le denomina melojo o rebollo.
          El Rebollar, que se halla entre los 1400 y 1500 m de altitud, es una isla de robles melojos en un pinar de pinos silvestres moteado de pinos rodenos. Está formado por robles jóvenes, de altura modesta y troncos delgados. En las zonas donde está más densamente poblado no permite la aparición de monte bajo, ya que sus numerosas raíces horizontales y superficiales lo invaden todo. Pero allí donde se mezcla con los pinos aparece el sotobosque ocupado por helechos, acebos, zarzas, brezos, verónicas, geranios sanguíneos y una frágil orquídea, la Cephalanthera damasonium, la curraiàpara los valencianos.

Hojas de roble melojo en otoño
          El melojo tiene un tronco derecho de corteza rugosa y dura, con un tono pardo grisáceo. Sus hojas son oblongas, con margen profundamente lobulado, lo que lo distingue claramente del roble quejigo, muy extendido en Penyagolosa, cuyas hojas tienen un margen dentado. El color de las hojas es verde claro, cuando salen en primavera, pasando a verde intenso según avanza el verano. En otoño se tornan amarillas al marchitarse, adquiriendo tonos pardos cuando se secan. En esa estación el árbol pierde las hojas de las ramas altas, pero suelen permanecer en las ramas bajas, fenómeno que se conoce como marcescencia.
Hojas de acebo
 

          Este tipo de roble se da en suelos silíceos con clima continental y húmedo, soportando bien las grandes diferencias térmicas, así como las heladas debido a su corto período de desarrollo vegetativo. En la península ibérica se extiende por las montañas del centro y mitad norte. Escasea hacia el sur y este, al aumentar los suelos calizos y el clima seco, aunque llega hasta los montes del sur de Andalucía. Su presencia en las montañas del este peninsular es poco frecuente limitándose a las Muntanyes de Prades (Tarragona) y a aquí, Penyagolosa, donde está restringido a unas 4 Ha. en El Rebollar y algunos ejemplares diseminados en las proximidades de la Moleta de Mor.
Antiguamente el roble melojo ocupaba áreas más extensas de Penyagolosa pero el carboneo intensivo durante la posguerra estuvo a punto de hacerlo desaparecer. Sin embargo, en los últimos años, allí donde se ha protegido o ha disminuido su uso intensivo por parte del ganado y los leñadores, poco a poco, se está recuperando ganando terreno al pinar, gracias a su facilidad para rebrotar a partir de sus extensas raíces.

Las Ampolas (Puertomingalvo)

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Las Ampolas

          Situados en la villa de Puertomingalvo, si dirigimos nuestra mirada hacia el norte nos encontraremos con una elevación montañosa uniforme, que se alza entre 300 y 400 m. sobre el valle, y cuyas suaves cumbres rondan los 1700 m. de altitud. Lo primero que sobresale de su fisonomía son las bandas horizontales de color claro, correspondientes a los estratos de roca caliza, que destacan sobre los tonos verdes de la vegetación que puebla su vertiente sur. Nos estamos refiriendo a Las Ampolas.
Las Ampolas
          Su nombre puede proceder de la palabra amapola, planta herbácea invasora de los cultivos cerealistas, cuyas llamativas flores rojo escarlata tanto nos atraen. Es cierto que en el valle siempre se ha cultivado el cereal y por lo tanto también han proliferado las amapolas. Otra posible procedencia del orónimo Ampolas podría ser del catalán ampolla,o botella, que aquí tendría el significado de “cuello de botella”, refiriéndose al paso estrecho de ganado y gente, que sin duda existen en los collados que se forman entre estas montañas. La fuerza del topónimo es tal que se ha utilizado para identificar muchos de los lugares de la sierra, como por ejemplo las Ampolas de Carlos, Ampolas de Valero, Ampolas de Chimo, Ampolas de Casimiro o el barranco de las Ampolas. Excepto este último, los demás topónimos se corresponden con el área de influencia de las masías del mismo nombre, situadas todas ellas en la solana, de clima más benigno, alrededor de los 1400 m. de altitud.
Arces entre los pinos
          Las Ampolas forman parte de las estribaciones suroccidentales de la sierra de Mayabona, que es divisoria de aguas entre las cuencas del río Majo, al norte, y el río Montlleó, al sur. De hecho en estos montes se halla el origen de ambos ríos, del Majo a partir del barranco de la Mimbrera, y del Montlleó a través de la Rambla del Puerto.
          Las rocas que forman estas montañas son sobre todo calizas arenosas y margas, que se formaron a partir de los sedimentos que se depositaron en el mar de Tetis a comienzos del Cretácico Superior, hace 100 millones de años. Los estratos, ligeramente plegados, modelan suaves rampas en la vertiente norte, mientras que la ladera sur es más abrupta , como consecuencia de una larga falla, mostrando los estratos rocosos desnudos. El punto más alto se encuentra en el Canto del Mas de Herrero o Cabezo de las Ampolas, con 1721 m. , le sigue la Muela de las Hoyas con 1705 m. en el extremo occidental, aunque el más conocido, por su prominente mojón blanco, es el vértice geodésico de las Ampolas de 1698 m.. De estas cumbres descienden varios barrancos que dejan entre ellos suaves lomas, como el barranco de las Hoyas, el del Buitre y el de las Ampolas al sur, primeros aportes de la Rambla del Puerto, y el barranco de la Mimbrera y el Zarzoso al norte.
Manantial del barranco Zarzoso
          En las entrañas de estos montes existen algunas cavidades subterráneas como el pequeño abrigo de pastores de las cuevas del Mas de Herrero, y la Cueva de Valero, de mayores dimensiones y con abundantes formaciones vírgenes de estalactitas y estalagmitas. Las fuentes más destacadas son la de Doña Tora, en el extremo occidental de la sierra y el de la Teja en las cercanías de la Masía del Zarzoso. Existen además pequeños manantiales como el situado en la cabecera del barranco del Zarzoso.
Quejigos en el pinar de las Ampolas
          La vegetación que observamos se corresponde con el piso montano donde se encuentra. En la solana hallamos carrascas en la zonas bajas, y según ascendemos predominan los pinos silvestres y laricios acompañados de quejigos solitarios o en pequeños grupos. En los alrededores de las masías vemos algunos ejemplares de serval común o acerolo. Entre los 1500 y los 1700 m. la fuerte pendiente hace que aparezcan grandes claros de tomillares-pradera, que son colonizados por pinos aislados junto con arces, sabinas y enebros. Allí donde la altitud y la pendiente lo permitió se realizó el abancalamiento del terreno para el cultivo del cereal, aunque hoy éste sólo se mantiene en el valle. Las cumbres están pobladas por las sabinas rastreras y erizones o coixins de monja , y los pinos resistentes a los fuertes vientos. En la vertiente norte, la umbría da abrigo al pinar de pinos silvestres, muchos de cuyos troncos están cubiertos de líquenes. El sotobosque está tapizado de prados y salpicado de enebros, rosales silvestres y pequeñas plantas como las violetas. Los bosques son explotados para la extracción maderera desde la edad media, favoreciendo las especies más productivas como el pino. También han sido y son aprovechados como pastos para alimentar al ganado sobre todo ovino, aunque en los últimos años se extiende también el vacuno.
Violetas

          Otro de los aprovechamientos de estos montes, que pugna con los anteriores, son las canteras a cielo abierto de losa caliza ornamental que desde hace años se extienden por las lomas de poca pendiente. Aunque existe un control administrativo de las explotaciones, para evitar el daño ambiental, éstas han generado un fuerte impacto en algunas zonas que tardan años en recuperar el suelo y la vegetación autóctona, una vez que se abandona la explotación.

Vértice geodésico de Las Ampolas
          Había antaño dos caminos muleros que atravesaban las Ampolas procedentes de El Puerto. El occidental, hoy prácticamente desaparecido, era el camino de la Masía del Cabezo que, pasando por encima de la Masía de Herrero, cruzaba el collado del Barranco del Buitre en dirección a El Plano. El otro, aún transitable en la actualidad, era el llamado camino de las Ampolas que, pasando por el Mas de Valero remontaba el collado de las Ampolas encaminándose hacia Mosqueruela y El Cabañil. Hoy son algunas pistas las que facilitan el acceso a la sierra por su vertiente norte, para la extracción de la madera y de las piedras calizas de las canteras.
          Durante la Guerra Civil española, se utilizaron las cimas de Las Ampolas para atrincherar a las tropas del ejército republicano que intentaba detener el avance hacia Valencia del ejército sublevado. Todavía se pueden ver hoy algunos parapetos de piedra entre sus cumbres.

Las Ampolas - El Cabañil (Puertomingalvo)

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Resumen.
          Ascensión a las tres cumbres de Las Ampolas, cuya altitud ronda los 1700 m., recorriendo la mayor parte de su carena y las cabeceras de los barrancos del Zarzoso y de la Mimbrera.

Las Ampolas

Distancia aproximada: 14,4 km.
Desnivel acumulado en subida y en bajada: 740 m.

Enlace al track de la excursión


Descripción del recorrido.
 
 
Masía de Valero
          Para iniciar esta excursión nos desplazaremos hasta la Masía de Valero, situada en la pista asfaltada que comunica El Puerto con Vistabella del Maestrat. Cuando llevamos unos 3,3 km de pista, a la izquierda, vemos las casas abandonadas del mas junto a las eras y un viejo serbal. Comenzamos la caminata buscando una vereda que se encuentra a la izquierda de las casas de la Masía de Valero, junto a una carrasca. Al principio, ascendemos la montaña serpenteando entre muros de piedra seca, por un camino mal conservado pero que mantiene el firme empedrado en algunos tramos. Después de salvar un par de escalones rocosos de calizas arenosas, rodeados de carrascas y bancales abandonados, el sendero se encamina hacia el collado de Las Ampolas dibujando una larga diagonal por la ladera, para ganar altura. A partir de los 1500 m. de altitud, la vertiente se hace más abrupta y las carrascas dejan paso a un despejado tomillar moteado de solitarios pinos silvestres, quejigos y arces.
Otoño en el collado de Las Ampolas
          Al aproximarnos al collado, el camino recupera los zigzag para superar el último tramo, al tiempo que atraviesa la torrentera que se origina en el mismo collado. Desde aquí alcanzamos a ver al este el vértice geodésico de Las Ampolas, una columna blanca de varios metros de altura. Ya en el collado de Las Ampolas ( 1650 m.), cruzamos una pista en busca de un sendero que desciende por la izquierda, entre los pinos, hacia el barranco del Zarzoso.
          Nos adentramos en el bosque umbrío de pino silvestre, donde la humedad facilita la extensión de musgos y líquenes, y el suelo se encuentra tapizado de sabinas rastreras y variedad de herbáceas como las violetas. El sendero comienza bajando hacia la izquierda, pero pronto gira a la derecha buscando el estrecho cauce del torrente, por el que caminaremos un tramo. Cuando la pendiente se suaviza encontramos una pista, que seguimos unos metros, hasta llegar a la confluencia con otro barranco procedente del este (izquierda) en una zona abierta con bancales. Aquí dejamos la pista temporalmente para atajar, siguiendo el curso del barranco del Zarzoso hacia el oeste (derecha). Sin camino definido, pero sin dificultad, avanzamos hasta que nos volvemos a encontrar con la pista.
Barranco Zarzoso
          Ahora caminamos hacia el norte, junto al lecho del barranco, por un tramo sin apenas pendiente. Las vertientes se encuentran densamente pobladas de altos pinos silvestres. El roquedo arenoso aflora en algunas partes, donde los procesos erosivos han modelado balmas que sirven de refugio para los animales. En el mismo cauce surge un discreto manantial, muy condicionado por la pluviometría, que se reconoce por unas piedras que lo delimitan y la vegetación acuática que lo rodea. La pista llega a un cruce con otra que baja por la derecha de la Masía del Lontanar. Estamos en el punto más bajo de la excursión, justo en la confluencia del barranco del Zarzoso con el procedente del Cabañil, y cuando el camino dibuja una prolongada curva hacia la derecha. Para evitarnos esta vuelta, dejamos momentáneamente la pista forestal y nos desviamos a la izquierda para remontar el torrente por un sendero de ganado.
Balsa del Cabañil
          Al recuperar de nuevo la pista forestal, continuamos ascendiendo hacia el norte. Según progresamos va clareando el pinar, el pino albar va dejando paso al pino laricio y vemos también maduros robles quejigos. Poco antes de alcanzar la loma encontramos a la derecha una balsa para el ganado. Tras pasarla nos cruzamos con otra pista y nos desviamos a la izquierda (oeste).
          Llegamos al Cabañil, una zona casi desprovista de arbolado donde predomina el espliego, el coixí de monja (piorno azul), le sabina rastrera y arbustiva, y el enebro. El suelo rocoso muestra las heridas de lo que parece ser un intento fallido de repoblación forestal, ya que se ha arado un extenso territorio levantando la roca caliza.
Masía del Cabañil
          Desde la Masía del Cabañil (1540 m), podemos disfrutar de unas buenas vistas, sobre todo del este, donde distinguimos el Pla de Vistabella, Culla y detrás las alineaciones paralelas a la costa de la Serra d'Espaneguera, la Serra d'En Galceràn y la Serra d´Irta. Al sureste tenemos la Serra de la Batalla y Penyagolosa. Al sur están las Ampolas, de donde venimos, y al Oeste podemos ver las antenas en el Azafranar (1701 m.) de Mosqueruela.
          Dejamos el mas y continuamos por la pista hacia el oeste. A nuestra izquierda la cabecera del barranco del Cabañil alberga una balsa con abrevadero. Pronto el camino dibuja una curva de 90 grados para dirigirse al sur (izquierda). Caminamos ahora por una loma plana, sin apenas pendiente, entre las huellas de una antigua explotación a cielo abierto de losas calizas.
Masico Quemado
          Al poco llegamos a un cruce con otra pista que tomaremos, hacia el noroeste (derecha) para descender a un pequeño valle con prados. Atravesamos un torrente seco y pasamos junto al Masico de Vives, después hay un cruce pero nosotros continuamos recto por la pista que asciende suavemente por la izquierda del valle hacia el Masico Quemado. Al llegar a este mas lo rodeamos y, por su espalda, ascendemos la loma para dirigirnos hacia el sur. Enseguida llegamos a un claro donde se hallan unos comederos para el ganado, que el camino deja a la derecha, y a continuación vemos la Masía del Cabezo, rodeada de muros de piedra.
          Se trata de una casa con cubierta a dos aguas y un corral techado para el ganado que enmarcan la era, además de otro corral cerrado por un muro de piedra en seco. La puerta principal y la era se encuentran al sur, desde donde parte un sendero que, siguiendo un muro de piedra, desciende al barranco de la Mimbrera. Al finalizar el muro bajamos a los bancales abandonados para atravesarlos en perpendicular a la pendiente. Ya en la vertiente opuesta, cruzamos una pista y buscamos un antiguo camino forestal que remonta por el pinar.
Masía del Cabezo
          Hemos regresado al bosque de pinos silvestres con un sotobosque plagado de sabinas rastreras, erizos (piorno azul) y herbáceas. El camino sube hacia el suroeste hasta llegar a un viejo corral abandonado, donde gira hacia el oeste (derecha) para ascender a la Muela de las Hoyas (1705 m) segunda cumbre de Las AmpolasCerca de la cumbre aflora, a la izquierda del camino, una forma de erosión cárstica que se conoce como lapiaz. La acción corrosiva del agua ha atacado la roca caliza del suelo agrandando y profundizando las grietas y esculpiendo acanaladuras. Rodeamos la cumbre poblada de pinos silvestres, y cuando empezamos a bajar nos cruzamos con otro camino que tomamos hacia la izquierda. Rápidamente alcanzamos la vertiente sur de Las Ampolas que ya mantendremos hasta el final de la excursión. Vamos ahora a recorrer la mayor parte de la carena de la sierra, de oeste a este. Primero pasamos por la Muela de las Hoyas, caminando por una pista bien definida flanqueada en ocasiones por restos de trincheras de la guerra civil española, desde las que el ejército republicano intentó, en el año 1938, detener el avance hacia Valencia de las tropas nacionales.
          Cuando el camino hace una curva a la derecha, lo abandonamos para atajar, y nos desviamos a la izquierda para descender un estrato rocoso entre los pinos. Recuperamos la pista unos metros más abajo y continuamos hacia el collado de las Beatas, donde se pierde el camino. Ahora seguimos los hitos que nos guían hacia la derecha, en busca de una senda de ganado que transita por el borde de la montaña.
Cantil de Las Ampolas
          Ascendemos suavemente hacia el Canto de las Ampolas (1723 m.) por un claro que deja el bosque a la izquierda y el valle a la derecha. En la cota 1680 m cruzamos un muro de piedra que atraviesa la ladera en perpendicular, y comenzamos a subir los últimos escalones rocosos que nos separan de la cumbre. Cerca de la cima llegamos a un llano donde hallamos una nueva pista que desciende hacia el siguiente collado. Una vez en él, justo antes de que tuerza a la izquierda, dejamos la pista para subir por la derecha una ladera despejada de arbolado que nos conduce, por una desdibujada senda de ganado, al vértice geodésico de las Ampolas (1698 m.).
          Si no lo hemos hecho todavía, esta atalaya es un buen lugar para contemplar los sistemas montañosos que nos rodean. Al este la Serra de la Batalla y Penyagolosa, al sur la Serra de Espadà, entre otras que se pierden en el horizonte y al oeste Javalambre. Desde la columna que marca el vértice geodésico iniciamos el descenso hacia el collado de las Ampolas, bordeando el cantil entre las sabinas rastreras y los erizos que siembran el suelo rocoso, y los pinos que sobreviven a los vientos que azotan la cumbre. Al llegar al collado (1650 m.) coincidimos con el camino de ida. Retomamos la senda por la que ascendimos para descender, ahora de regreso, a la Masía de Valero, final de la excursión.


Poblado medieval del Marinet (Xodos).

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El Marinet
          El Marinet es una muela que se eleva 1466 metros sobre el nivel del mar, en las estribaciones orientales del macizo de Penyagolosa. Situada a unos 3 km. al oeste de la población de Xodos, a cuyo término municipal pertenece, se puede acceder a ella tanto por pista como por el sendero GR-33, utilizado anualmente por Els Pelegrins de les Useres, en su tradicional romería a Sant Joan de Penyagolosa.
El Marinet desde el Mas de Torre Climent
          Este cerro se encuentra rodeado de dos profundos barrancos, el barranco de l'Argivello al norte y el del Mas de Vela al sur, aislándolo de su entorno a excepción de una pequeña franja de terreno situada al oeste. Además, la cumbre que lo corona es una rampa de fuerte pendiente inclinada hacia el norte, que se eleva abruptamente más de 20 m. formando un acantilado en su parte sur y este, al aflorar el estrato de roca caliza sobre el que se asienta. Esta orografía hace que la muela sea totalmente inaccesible por el sur y el este, y que la aproximación por los otros flancos sea dificultosa.
Por otra parte, este lugar constituye una atalaya sobre el territorio circundante. Al no existir elevaciones superiores cercanas, dispone de una excelente visión que abarca prácticamente todo el golfo de Valencia y en especial de los corredores prelitorales de la Plana de Castellón.
En definitiva, se trata de un emplazamiento protegido de difícil acceso y visibilidad privilegiada, cualidades idóneas para el poblamiento en algunos momentos de nuestra historia, en las que la defensa ante los ataques foráneos era una cuestión de supervivencia.
Acantilado sur del Marinet
          Tanto en la edad de bronce, como en el período ibero y posteriormente en el s. V dC. , con el desmoronamiento del Imperio Romano, este tipo de habitat fortificado en altura será bastante común en nuestra geografía. El poblado ibero de Los Castillejos en Puertomingalvo o los asentamientos del bronce en el cañón del río Majo en Mosqueruela, ambos situados a pocos kilómetros de aquí sobre cerros similares, son ejemplos cercanos.
          Esto nos haría suponer que El Marinet también habría estado poblado en épocas tempranas, sin embargo en los trabajos arqueológicos realizados a finales del s.XX por André Bazana (1) no se encontró cerámica ibérica, ni romana bajoimperial, sólo aparecieron restos de cerámica con una datación probable de los s. V al X dC., es decir altomedieval, y más probablemente al comienzo de la conquista musulmana.
Olla valenciana
(http://esthisart.blogspot.com)
          El hallazgo predominante es la cerámica tipo olla valenciana, una clase de pieza destinada a la preparación y conservación de los alimentos. Se trata de un recipiente habitual en algunos poblados islámicos del interior de Sharq Al-Andalus, que tiene el fondo abombado, las paredes son de grosor irregular, el cuerpo preferentemente globoso y el borde exvasado. Por los hombros de la olla se extienden unas acanaladuras irregulares, y en ocasiones se incluyen asas. La coloración de las pastas suelen ir del gris al ocre. Además, es característico el tratamiento de arrastrado que muestran en la parte inferior de la panza, produciendo rayas y oquedades, como resultado del fuerte raspado, encaminado a adelgazar sus paredes.
Foto aérea del Marinet
          El poblado se asienta en la zona más alta de la muela, pegado al acantilado de la parte sur y este, y ocupa una extensión entorno a 0,8 Ha. La disposición urbanística es la siguiente, al norte, en la única parte accesible, una muralla de piedra en seco de unos 130 m. de longitud y 1,2 m. de anchura protege el conjunto. En su extremo oeste hay una apertura que facilita la entrada al poblado. Adosadas a esta muralla aparecen una serie de habitaciones cuadradas. A continuación hay un segundo muro defensivo y otra serie de habitaciones cuadradas adosadas que se abren a un espacio, a modo de plaza, en cuyo centro se encuentra la cima del cerro. La cima está ocupada por un edificio rectangular, formado por dos piezas, de mayor tamaño y mejor construcción que los anteriores, que podría jugar un papel particular en la organización del habitat.
Cima y restos edificio rectangular
          En el extremo sudeste, se halla una gran construcción formada por cuatro edificios rectangulares que encierran un patio central. Cerca del acantilado sur, rodeando la cima central aparecen una serie de habitáculos rectangulares que se yuxtaponen adoptando diferentes formas, en “L” o en “U”, alrededor de un patio central.
          Los edificios están construidos a base hileras horizontales de piedras hasta el techo, que estaría cubierto por vegetación ya que las tejas no se generalizan hasta el s. XI. No dispondrían de ventanas, siendo la puerta de acceso la única entrada de luz al interior. Los suelos serían de tierra pisada, sin pavimento alguno, aunque en algunos casos se aprovecharía la roca natural del terreno.
Rampa norte del Marinet
          Según diversas fuentes, desde la conquista árabe existió un fuerte presencia de tribus bereberes del norte de África en tierras valencianas y en las montañas de Teruel y Cuenca, un ejemplo es el topónimo de Atzeneta, población cercana al Marinet, que procedería de la tribu de los Zanata.
          La población de El Marinet parece que perduró poco en el tiempo ya que se considera que fue abandonada hacia el s. X, coincidiendo con el despoblamiento de otros asentamientos fortificados de Sharq Al-Andalus, y la sumisión de este territorio a los Omeya.

(1) Bazana, André. Maisons d'Al-Andalus: habitat médiéval et structures du peuplement dans l'Espagne orientale. Casa de Velázquez. 1992









Sant Joan - barranc de l'Atzevar - La Bertrana (Vistabella)

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Resumen.

          Itinerario por uno de los bosques más atractivos de Penyagolosa, donde encontraremos los pinos más característicos del macizo: el pino silvestre, el pino rodeno y el pino laricio, además de una singularidad el Rebollar, un bosquecillo de roble melojo superviviente de otras épocas.

Cova dels Bous (Vistabella)

Distancia aproximada: 11,9 km
Desnivel acumulado en subida y en bajada: 640 m.


Descripción del recorrido.
         
          Comenzamos esta ruta en el poste que señala el inicio del sendero PRCV-66, junto a la Casa Forestal de Sant Joan de Penyagolosa, donde se ubica el Centro de Interpretación del Parque Natural. Como el PR es circular, el poste muestra dos indicaciones una al oeste y otra al norte, que es la que vamos a tomar nosotros para dirigirnos a la Portera del Llop.
Hojarasca de roble melojo
          Al principio ascendemos la loma suavemente por un tomillar salpicado de piornos azules, enebros, carrascas y algunos pinos silvestres. Al poco cruzamos el barranc del Rebollar y subimos por una senda en fuerte pendiente, la arboleda se hace cada vez más densa predominando las carrascas y el pino laricio, y surgen aislados robles quejigos. Según nos acercamos al collado aparecen los primeros robles melojos y las brecinas y los brezos se extienden por el sotobosque.
          Llegamos a la Portera del Llop, una encrucijada de caminos situada en un pequeño collado a 1454 m. de altitud. En este punto cruza la pista que une Sant Joan con El Puerto, partiendo de la zona de acampada del Planàs. A unos 100 m de aquí, hacia el oeste (izquierda), se encuentra la Coveta dels Carboners, un refugio de pastores, y poco después El Rebollar, un pequeño y encantador bosque de robles melojos que merece la pena visitar.
Pinos silvestres
          La excursión continúa desde la Portera del Llop, atravesando una cancela metálica que hay frente a nosotros, junto a la pista. Entramos en un cercado perteneciente al Mas del Mançanar donde el ganado vacuno y ovino pace a sus anchas, por lo que tendremos cuidado de no molestarlo. Las marcas del PR nos conducen por una vieja pista de extracción de madera hacia el noroeste, ascendiendo la ladera umbría tapizada de brecinas y helechos bajo un dosel de pinos silvestres y rodenos. El roquedo aflora en forma de grandes losas de caliza arenosa que la erosión ha desnudado. En algunos momentos nos acercamos a la carena y vemos como por la vertiente sur suben los robles melojos de El Rebollar.
          La desdibujada pista finaliza en un claro del bosque presidido por grandes bloques arenosos y un monumental pino silvestre. Cerca de su base se encuentra la discreta Font de l'Argilaga. Ahora el sendero continúa en fuerte ascenso hacia la L'Artiga de Garrido (1599 m.) y entre los pinos vemos algunos acebos de gran tamaño. Cerca de la cima pasamos junto a unos bloques de areniscas cuyas formas nos recuerdan el origen dunar del sedimento.
          Desde la achatada cumbre, despejada de pinos y cubierta de coixins de monja, tenemos unas buenas vistas hacia el norte donde podemos distinguir el Pla de Vistabella, el cañón del río Montlleó, Culla, el Picaio de Vilafranca, y hacia el este las sierras paralelas a la costa: Serra d' Espaneguera, Serra d'En Galçeran y Serra d'Irta.
Font de l'Atzevar o Algebar
          Comenzamos el descenso salvando la alambrada que aísla el ganado del Mas del Mançanar. Enseguida llegamos a otro pequeño collado por donde pasa una pista que el PR sigue hacia la Serra de la Batalla, pero nosotros, en lugar de tomar la pista, nos desviamos a la derecha hacia una abertura que hay en un muro de piedra en seco. Aquí iniciamos el descenso hacia la Font de l'Atzevar o Algebar, según la cartografía que se consulte. Caminamos por una senda de ganado poco definida, por la ladera derecha del barranco del mismo nombre, adentrándonos en el bosque umbrío de pino silvestre, moteado de enebros y acebos, sobre un manto de pradera. Encontramos la fuente en un claro del bosque, cuando por la izquierda llega una pista que procede del Pla de Vistabella. El manantial surge del suelo protegido por unas piedras y canalizadohasta un abrevadero metálico, por un tronco de pino vaciado. Poco más abajo de la fuente hay una balsa y cerca del lecho del barranco un grupo de tejos.
          Proseguimos nuestro camino por una senda bien definida que hay a la derecha de la balsa. En nuestro descenso nos acompañará durante un buen trecho, una tubería que conduce el agua de la fuente hasta un mas. Seguimos por la umbría del pinar de pino silvestre, y desde algunos tramos aéreos vemos frente a nosotros la solana de la Serra de la Batalla, donde prolifera el carrascal. Cuando llegamos al lecho del barranco coincidimos con la pista que comunica el Pla con la Font de l'Atzevar. Ahora continuamos hacia el nordeste (derecha), por la pista que circula sobre el lecho pedregoso del barranco o paralelo a él. Nos rodean carrascas y pinos laricios. Cuando el barranco se abre al llano, la pista gira al este (derecha) y enseguida llega a un cruce con el Carreró del Mas de Gual al Mançanar, una vereda flanqueada por muros de piedra que tiene una dirección norte-sur, nosotros nos dirigimos al sur (derecha) hacia el Mas del Mançanar. Antes de llegar a él, una portera metálica nos cierra el paso y un cartel nos avisa de que entramos en una propiedad particular.
Casa en el Mançanar
          Atravesamos la puerta tras la cual está la gran balsa del mas, pero no vamos a pasar por el Mançanar ya que ahora nos desviamos hacia el este (izquierda) por una pista que, tras cruzar la Rambleta del Mançanar, atraviesa una zona de comederos para el ganado. Caminamos cerca de los animales procurando no molestarlos. A unos 500 m. de la puerta, dejamos la pista para desviarnos hacia el sur (derecha), por otra menos definida que asciende una loma despejada de arbolado.
          Pronto este camino gira a la derecha y suaviza su perfil. Hay pinos laricios sobre un tomillar plagado de coixins de monja. Vamos ganando altura en paralelo al barranc de l'Abeurador y en la vertiente opuesta están las casas del mas y sus bancales. Entramos en la umbría, el bosque de pino silvestre se hace más espeso y los prados más húmedos. El monte bajo está dominado por la brecina o brugerola (Calluna Vulgaris). De cuando en cuando un quejigo o una carrasca rompen la monotonía, y las zarzas delimitan el camino. En lo profundo de la arboleda surgen acebos de gran porte que pueden alcanzar los 5 m. de altura. A veces, un reguero atraviesa el camino procedente de alguno de los modestos manantiales de la montaña arenosa.
          Cuando más cerca estamos del torrente, el camino inicia un zigzag invadido por el sotobosque. Pronto los helechos inundan algunas vaguadas desplazando a la brecina. Justo antes de una pronunciada curva a la derecha, observamos a nuestra izquierda unas rocas rojizas que ocultan la Cova del Bous, una balma encerrada por un muro de piedra que servía de refugio al ganado.
Cova de la Bertrana
          Cuando nos acercamos al Portera del Llop, el bosque clarea y nos permite contemplar la gran altura de los pinos silvestres, algunos cubiertos con potentes hiedras. En una zona con grandes bloques de roca arenosa cubiertos de musgo y líquenes se encuentra la Font del Tormo, oculta en el helechal.
          Llegamos a la Portera del Llop y volvemos a franquear la puerta metálica, ahora en sentido contrario. En lugar de regresar por el PRCV-66 nos desviamos a la izquierda y caminamos por la pista de Sant Joan a Puertomingalvo. En unos minutos dejamos a nuestra izquierda una pista que se dirige a la Torre de Vigilancia, cuando un cartel nos indica que entramos en el Parque Natural de Penyagolosa. Aparece el pino carrasco que poco a poco sustituirá al pino silvestre. A la izquierda del camino vemos un estrato de roca arenosa rojiza sobre el que la erosión ha modelado atractivas formas.
Pinos rodenos en el Rodesnar
          En la primera curva, dejamos la pista y tomamos un camino secundario que se adentra en La Bertrana, un grupo de balmas labradas bajo la roca, protegidas en ocasiones por muros de piedra, que han sido utilizadas como malladas o refugios de pastores y ganado. Cuando este camino se difumina, nos desviamos a la derecha en busca de una senda que desciende la ladera diagonalmente. Nos encontramos en el Rodesnar, donde el pino rodeno ha reemplazado a los otras variedades de pinos y el sotobosque lo forman brezos, brecinas y helechos. La senda pronto cruza la pista de Puertomingalvo y continúa descendiendo hacia el Ermitori de Sant Joan. Cuando salimos del bosque vemos el ermitorio y la casa forestal a donde nos dirigimos, para finalizar la excursión.

Cartografía de Penyagolosa

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Mapa de Vistabella del Maestrat (el Tossal cartografies)
          Un mapa es la representación gráfica de un territorio en dos dimensiones, largo y ancho. Como el espacio que se pretende mostrar tiene como tercera variable la altura, ésta se representa con las curvas de nivel, que son lineas que unen puntos de la misma altura respecto al nivel del mar. Una vez trazado el relieve se identifican los elementos que forman parte del lugar, teniendo en cuenta el uso que se va a dar a la cartografía. Así, para un mapa excursionista se destacará todo aquello que nos ayude a localizar nuestra posición, a orientarnos en nuestro viaje y, en definitiva, a disfrutar de la excursión.
          Para muchos excursionistas, entre los que me encuentro, es tan satisfactorio explorar el terreno leyendo el mapa durante la planificación de la ruta como la propia caminata, en la que podemos identificar los lugares ya imaginados. Por ello la descripción esquemática de la geografía es fundamental, y así se representará el sistema fluvial (ríos, barrancos), los fenómenos geológicos (picos, cuevas, simas, lagos), las fuentes y manantiales, los bosques y árboles singulares, los elementos arquitectónicos (puentes, molinos, masías, ermitas, neveras, casetas, muros de piedra,..) y sobre todo los caminos (pistas, caminos muleros, sendas, senderos señalizados, ...).
Mapa de Cavanilles
          Dejando aparte la cartografía histórica previa al s. XX, de la que destacaría el mapa que Cavanilles realizó a finales del s. XVIII, para su apreciada obra Observaciones sobre la Historia Natural del Reyno de Valencia, durante la mayor parte del s. XX las únicas referencias cartográficas de Penyagolosa fueron las que ofrecía el Instituto Geográfico y Catastral y el Centro Geográfico del Ejercito, ambos en hojas a escala 1:50.000. La hoja 592 – Villahermosa del Río, recoge prácticamente todo el macizo de Penyagolosa, pero si queremos abarcar también la cuenca del río Montlleó necesitaremos las hojas 592- Mosqueruela, 570-Albocacer y 593-Les Coves de Vinromà. La edición del IGC de 1949 de la hoja de Villahermosa del Río es una buena referencia para identificar muchos de los caminos muleros que hoy en día recorremos para practicar el excursionismo. Éstos eran usados hasta mediados del s. XX para comunicar las poblaciones, masías y molinos de la zona, y la toponimia que incluía era bastante fiel. Las ediciones posteriores de esta cartografía, que ha editado el Instituto Geográfico Nacional, han ido perdiendo la mayoría de estos caminos y ha empobrecido su toponimia, además de contener numerosos errores.
Mapa del IGC de 1949
          Con la creación del Institut Cartogràfic Valencià en 1997, se iniciaron los trabajos cartográficos autóctonos que mejoraron tanto el detalle como la calidad de los mapas. La edición del año 2000 a escala 1:10.000 es un buen ejemplo. En ellos se recuperan algunos de los senderos perdidos así como buena parte de la toponimia original. En 1999, el ICV elabora un mapa excursionista de Penyagolosa a escala 1:15.000, donde se referencian algunas rutas senderistas y ciclistas que recorren el macizo, además de indicar lugares de interés para el excursionista como las zonas de acampada o las vías de escalada.
          La Editorial Alpina, pionera en la creación de mapas excursionistas, especialmente del Pirineo, edita en 1998 una guía de Penyagolosa en la que, como es su costumbre, el mapa está acompañado por un texto divulgativo de la zona y la descripción de varias excursiones recomendadas. En la confección de estos mapas colabora, tanto en la descripción de las rutas como en la toponimia, Enric Roncero, una de las personas que mejor conoce el macizo, autor de dos obras fundamentales para su divulgación: Al voltant de Penyagolosa y Penyagolosa: Paisatges del sostre d'un pais.
          Finalmente, la aparición de El Tossal Cartografies, una pequeña y joven editorial cartográfica, ha revolucionado el panorama de los mapas excursionistas en el País Valenciano. Creada por tres topógrafos entusiastas del excursionismo, en pocos años ha editado una docena de excelentes mapas, con un exhaustivo trabajo de investigación y de campo que se ve reflejado en el detalle de los elementos geográficos, etnográficos e históricos que se muestran, además de una rigurosa toponimia y una buena calidad gráfica. De la zona de Penyagolosa han publicado dos mapas, el del término municipal de Xodos, a escala 1:10.000 y el de Vistabella del Maestrat, a escala 1:25.000. El autor de ambos es Pau Fuster y en ellos ha contado con la valiosa colaboración de Jesús Bernat, filólogo y buen estudioso de la toponimia de la comarca.
          Otra herramienta útil para el excursionista actual son los mapas digitales disponibles en la red y consultables con el navegador a través de visores. El Instituto Geográfico Nacional ofrece el visor IBERPIX, con el que se accede a todo el territorio español visualizando varias capas distintas (callejero, mapas a varias escalas, imágenes satélite y ortofotos, …). Además dispone de herramientas para la localización de lugares (buscador, zoom), la medición de distancias y áreas, incluso útiles para los usuarios de GPS (importar/exportar/crear rutas). Hay que tener en cuenta que los mapas que utiliza son los del IGN que, como hemos dicho antes, no identifican la mayoría de los senderos excursionistas y contienen errores toponímicos. Por otra parte, las pistas forestales están bien actualizadas. Pero probablemente la mejor opción sea la utilización de la capa de ortofotos, ya que tienen una elevada resolución y se puede obtener una visión detallada del territorio.
          Por su parte el Institut Cartogràfic Valencià ha creado el portal Terrasit en el que se ofrecen algunos productos cartográficos, como descargas de mapas, y un visor similar al anterior, aunque en mi opinión resulta menos amigable que el del IGN.
          También el Gobierno de Aragón, dispone de un sistema de información territorial SITAR que a través de su portal web ofrece una serie de productos y servicios similares a los de Terrasit .

El tejo y su localización

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Tejo en Barranco Gisbert (Mosqueruela)
          El tejo es un árbol o arbusto de hoja perenne que se extiende por Europa, Asía occidental y norte de África. En la península ibérica se halla muy extendido y en las islas Baleares lo encontramos sólo en Mallorca. Está considerado el árbol más longevo de Europa, llegando a vivir entre 2.000 y 4.000 años.
Hojas y fruto del tejo
          En tierras aragonesas también se le llama tajo, mientras que para los valencianos es el teix. Su nombre científico Taxusbaccata, procede del latín taxus, que era como nombraban los latinos a este árbol, y a las lanzas que hacían con su madera. Sin embargo, para algunos tendría su origen en el griego tóxon: arco, pues de su flexible madera se fabricaban también los arcos. Por su parte, baccata hace referencia a su fruto rojo que se parece a una baya, en latín bacca:baya.
          Toda la planta, excepto el fruto, es tóxica debido a la acción de un alcaloide, la taxina, que actúa sobre el sistema nervioso y produce convulsiones, hipertensión, depresión cardíaca y finalmente la muerte. Desde la antigüedad, existen numerosas referencias históricas al carácter tóxico del tejo. En la Guerra de las Galias, Julio César cuenta cómo el rey de los Eburones se suicidó con jugo de tejo para evitar caer en sus manos. Algunos exageraban sus propiedades sugiriendo que no era aconsejable yacer a la sombra de un tejo, pues podría ser causa de enfermedades o incluso de muerte. Para Ovidio el camino hacia el infierno estaba flanqueado de tejos. Para algunos pueblos, como los celtas, era un árbol sagrado, y se plantaba cerca de cementerios y lugares de culto. En algunas zonas como el Pirineo, las tejedas se asociaban a las reuniones de brujas.
Brote de tejo
          La madera de esta conífera ha sido muy apreciada desde antiguo por su dureza y su resistencia a pudrirse en contacto con el agua. En Inglaterra se encontró un hacha de madera de tejo que se le atribuye una antigüedad de 50.000 años. Hace más de 2.600 años, ya era requerida por algunos faraones egipcios para construir sus sarcófagos. Los vikingos también usaban el tronco del tejo para fabricar los mástiles de sus barcos. Además de los arcos y lanzas, con su madera se han fabricado gran variedad de objetos, incluso instrumentos musicales. Por su facilidad para curvarse al vapor y para ser torneada es muy estimada por los ebanistas. También es de destacar que en el s. XX se descubrieron las cualidades antitumorales de una toxina extraída de su corteza, por lo que se utiliza actualmente sintetizada en oncología. Probablemente este alto valor de su madera ha contribuido a su regresión, unido a su lenta capacidad para regenerarse.
          El tejo no suele formar bosques ya que se desarrolla generalmente de forma dispersa en barrancos frescos y vertientes umbrías, sobre todo en terrenos calizos. El área que analizamos de Penyagolosa y las cuencas de los ríos Montlleó y Villahermosa es un buen ejemplo de ello, ya que sus escarpadas vertientes han formado recónditos barrancos donde las condiciones de orientación, humedad, suelo y altitud han permitido su brote y subsistencia.
          La singularidad del tejo, tanto por sus características físicas (follaje frondoso, frutos rojos, longevidad, toxicidad, …) como por su supuesto carácter sagrado, seguramente ha propiciado que se le dé su nombre a los lugares donde ha existido. Es bastante común en este territorio el topónimo teix, teixerao tajo, en lugares donde actualmente aún se conservan ejemplares.
Teix en Barranc de la Teixera
(Vistabella)
          En Vistabella del Maestrat podemos encontrar tejos en el Barranc de la Teixera, y en el barranco vecino de la Pegunta, ambos en la ladera norte del pico Penyagolosa, por donde transitan los senderos más populares de ascensión a la cumbre. Otro reducto donde perdura es en la cabecera del Barranc de l'Atzevar, cerca de la fuente del mismo nombre, al suroeste de la Serra de la Batalla. También los hallamos en la cabecera del Barranc de l'Assor, afluente por la derecha del río Montlleó. En la Vallussera, lo tenemos en el Racó del Teix, en la umbría del Riuet de Vistabella cerca ya del Montlleó, y en los canchales de la microreserva de flora de la Picossa a unos 900 m. de altitud.
          En Xodos se puede observar en el Barranc de la Calderassa, al sur del collado de la Banyadera, donde se encuentra la Font del Tejuelo y la Roca dels Teixos. En esta población había la tradición de bendecir un tejo el Domingo de Ramos.
          En Benafigos, aparece en la margen derecha del río Montlleó, a espaldas del Mas de la Pedrenyera, en el pequeño Barranc del Teix.
          En Villahermosa del Río, se encuentra a 1.200 m. de altitud, en las estribaciones del Altis.
          En Culla, es posible contemplar el tejo en el Assagador del Teixos, cerca del mas de la Carrasca, donde se halla además la Fonteta dels Teixos.
Tejo en Barranco Gisbert
(Mosqueruela)
          En Vilafranca, se encuentra representado al menos en dos afluentes por la izquierda del río Montlleó, en la cabecera del Barranc de les Covatelles, y en el Barranc dels Frares, en el cual se mezcla con tilos y arces. Además vemos tejos en el Barranc de les Teixeres, que desagua el Pla de Masorro hacia el Barranc de la Fos, otro tributario secundario del Montlleó.
          En Mosqueruela, dentro de la cuenca del río Montlleó, hay que destacar la pequeña tejeda del Barranco de Gisbert, un afluente del río Majo, donde en una fresca tilera perviven grandes y longevos ejemplares, algunos surgiendo de las mismas grietas de la roca.
          En Puertomingalvo, existen topónimos que sugieren la existencia de tejos en algún momento de su historia, aunque no hemos podido confirmar su permanencia actual. Así ocurre con el Barranco del Tajo, junto a la masía y fuente del mismo nombre, un afluente del río Majo que se halla entre los 1500-1700 m. de altitud, en el límite noroccidental del término, cerca ya de la población de Mosqueruela.
Bibliografía.
Aparicio Rojo, Juan Manuel. Notas sobre la distribución del tejo (Taxus baccata L.) en la provincia de Castellón. ARBA - Boletin nº 12 . Febrero 2003.
López González, Ginés A. . Guía de los árboles y arbustos de la Península Ibérica y Baleares. Ediciones Mundi-Prensa. 2002
Viñuales Cobos, Eduardo, coord. Los bosques de Aragón. PRAMES. Zaragoza. 2009

El período visigodo

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Arc de Cabanes (s. II)
          Durante el s.III de nuestra era ocurrieron, en los territorios dominados por Roma, una serie de acontecimientos violentos que entre otras cosas provocaron la huida de la población de las ciudades y el consecuente proceso de ruralización. Este período convulso trajo una serie de reformas que cambiaron sustancialmente la organización política, social, económica y religiosa del mundo romano.
          Uno de estos cambios afectó a la reorganización territorial que, en lo que respecta al País Valenciano supuso la segregación de los antiguos territorios de los contestatanos y edetanos de la provincia Tarraconense, quedando adscritos a la provincia Cartaginense, mientras que la tierra de los ilercavones, al norte , siguió dependiendo de Tarragona.
          Del s. IV y V apenas existen datos históricos de nuestra zona, salvo el martirio de San Vicente en la Valentia de principios del s.IV, lo que hace suponer que esta ciudad ya era un destacado centro administrativo.
          Pero fue en el s. V cuando se producen las oleadas de invasiones bárbaras en Hispania. El territorio de la Tarraconense, adonde pertenecía el Maestrazgo, se libró durante bastante tiempo de estas incursiones, aunque finalmente fue también ocupado hacia el año 472, por los visigodos del rey Eurico. Esto indica que permaneció bajo el dominio romano prácticamente hasta el final del Imperio de Occidente.
          A la caída del Imperio Romano, en el 476, los visigodos trataron de pacificar la península y reconstruir la infraestructura urbana de algunas ciudades importantes, iniciando una etapa de relativa calma y reconstrucción de parte de lo destruido durante los saqueos anteriores. Los invasores poseían el poder político y militar, pero la población seguía siendo hispana, ya que cuando más tarde llegó el pueblo godo apenas ocupó una parte de la meseta.
Monedas acuñadas en Saguntum en el s. VII
          El período visigodo, que ocupó desde finales del s. V hasta principios del s.VIII, fue muy parecido al final del Imperio Romano, tanto en la vida social, como en el desarrollo económico y en la religión, en la que permaneció vigente la cultura cristiana centrada en la Iglesia. Los obispos procedían de la antigua nobleza hispánica que se cristianizó, por lo que mantenían el poder político y económico a nivel local. Algunas propiedades pasaron a los nuevos dirigentes godos, pero por otra parte desaparecieron las duras cargas fiscales del Bajo Imperio. Se mantuvo la estructura urbana, sin apenas construcciones nuevas ya que se aprovecharon los edificios romanos.
          Relacionado con el desarrollo comercial, prosiguió el auge de los asentamientos a lo largo de la costa, especialmente al sur de la ciudad de Valentia.Los productos procedían principalmente del norte de África, que exportaba cerámica fina de mesa y para la cocina, además de ánforas con aceite y vino. También llegaban ánforas de vino desde Palestina y Siria. Estos bienes se distribuían sobre todo entre las ciudades, castros fortificados y monasterios próximos a la costa, donde residían las élites urbanas, militares y eclesiásticas.
Cerámica de época visigoda hallada en Valentia
          Los visigodos mandaban desde Toledo. Eran reyes extranjeros que enviaban delegados germánicos a las tierras ocupadas, pero estos pronto se hicieron cristianos, hablaron latín y adoptaron las costumbres romanas.
          A mediados del s. VII se inició el declive del reinado visigodo con una etapa de desastres naturales (sequías, malas cosechas, plagas de langosta) que produjeron largas hambrunas y epidemias como la de la peste bubónica. Además, en el norte de la península se luchó contra vascones y francos. Pero lo más grave fue la inestabilidad política con continuas luchas sucesorias entre clanes familiares y los problemas sociales y de orden público, además de la creciente autonomía de la nobleza.
          Los hallazgos arqueológicos de la etapa visigoda en el Maestrazgo y resto de Castellón son muy escasos. En Onda apareció una pieza religiosa, una patena de bronce, datada entre los siglos VII y VIII, que se utilizaba para bautizar a los nuevos cristianos. En la Vall d'Uixó se ha excavado una necrópolis hispano-visigoda cuyas fosas pertenecen a los s. VI y VII.

Puertomingalvo - Cascada del Arquero

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Resumen.

          Excursión al río Linares, descendiendo el valle por la fuente del Martín y el Barranco del Carbonero. Recorremos también un tramo del río entre el Molino Badal y el Molino Viejo, visitando la Cascada del Arquero. Finalmente regresamos por un viejo camino mulero, recuperado actualmente como PRTE-25.

Cascada del Arquero (Puertomingalvo)

Distancia aproximada: 10,5 km
Desnivel acumulado en subida y en bajada: 780 m.

Enlace al track de la excursión
 
 


Descripción del recorrido.

Ermita de Santa Bárbara
          Iniciamos esta ruta saliendo de El Puerto por el Portal Alto o de San Antonio, una de las cuatro puertas que permitían el acceso al recinto amurallado de la villa. Desde aquí nos encaminamos hacia el sur, hasta la Ermita de Santa Bárbara (1446 m.), una construcción del s. XIV de estilo gótico. Ésta se encuentra estratégicamente situada en un collado por donde llegan muchas de las tormentas que se suelen desarrollar en el valle del río Linares, adonde se asoma. Santa Bárbara fue una mártir cristiana del s. III, sacrificada por su padre pagano a quien, según la tradición, Dios castigó fulminándolo con un rayo. La creencia popular vincula a la santa con los truenos y le atribuye el poder de protegernos de los rayos y las tormentas.
Valle del río Linares trás la tormenta.
          Junto a la ermita sale una pista, asfaltada en parte, que comunica con Castelvispal, y junto a ella un estrecho sendero señalizado, que nosotros tomaremos, se encamina a la fuente y lavadero del Martín. Comenzamos un prolongado descenso al río Linares, conocido aguas abajo como río Villahermosa. Al principio el viejo camino, que se encuentra empedrado a tramos, transita por estratos del Aptiense de calizas ferruginosas, cuyo elevado contenido de hierro les proporciona su característico color rojizo. Entre los numerosos bancales, anteriormente muy aprovechados, vemos carrascas y algún roble quejigo.
          Pronto llegamos al Martín (1350 m.), un manantial aprovechado como fuente, abrevadero de ganado y lavadero. Este último ha perdido la techumbre, pero no hace muchos años todavía era utilizado por las mujeres de El Puerto. Un viejo nogal da sombra en verano y gracias al agua se mantienen pequeños huertos a su alrededor.

Lavadero del Martín
          Seguimos nuestro camino descendiendo entre muros de piedra. A ambos lados se suceden bancales abandonados. La carrera por la que transitamos se acomoda al terreno rocoso y unas veces se estrecha y otras se ensancha sobre un suelo pedregoso. Al pasar unas carrascas, la vereda se bifurca, el ramal de la izquierda se desliza hacia el barranco, pero nosotros seguimos por el de la derecha siguiendo un muro de piedra. Poco después llegamos al corral de un mas (1250 m.), donde nos desviamos hacia la izquierda (este) siguiendo el muro de piedra de un bancal. Cuando éste finaliza volvemos a desviarnos a la derecha (sur) para atravesar un pequeño bancal, y a continuación nos precipitamos (literalmente) por una peligrosa senda de ganado que cae unos 10 m. casi en vertical. Este tramo es confuso, por lo que hay que seguir los hitos que nos guían hacia un viejo camino, inundado de romeros y aliagas, que desciende paralelamente al lecho del barranco, alcanzando su cauce tras sucesivos zigzag.
           Atravesamos el barranco del Carbonero cerca de un humilde manantial, entre grandes bloques de caliza arenosa y pequeños prados aterrazados a la sombra de vetustos álamos negros. El camino, ahora más claro, sigue bajando por la vertiente oriental del barranco. En ambas laderas se escalonan estrechas terrazas, recuerdo de épocas fértiles. Pasamos las ruinas de una casa, y poco después nos acompañan un par de viejos serbales.
Quejigos en Las Viñas
          Al llegar al Masico del Cerro (1100 m.) en una loma margosa, el camino, que no deja de descender, se convierte en sendero de ganado que se adentra en un bosquete de pinos laricios y carrascos, salpicado de quejigos, carrascas, sabinas arbustivas y enebros. Aquí es fácil perderse por la intrincada red de rastros creada por las vacas que pacen en este lugar. Sigamos pues, los hitos de piedra para guiarnos. El sendero llega a un modesto quejigal y finaliza en la pista forestal que comunica El Puerto con el Masico Mojurra, justo a la altura de una masía en ruinas. Nos encontramos en una hombrera de erosión del valle fluvial del río Linares, cuya escasa pendiente y la orientación de solana han permitido la extensión de cultivos. Desde el s. XV hay constancia de la explotación de viñedos en esta zona, cuya partida recibe el nombre de Las Viñas. Este cultivo, como otros muchos, ha sido abandonado en la actualidad. La vertiente opuesta del valle, la de umbría, está ocupada por un denso pinar moteado de masías, algunas en explotación.
          Continuamos nuestra ruta por la pista forestal hacia la derecha (noroeste). Cuando llevamos recorridos unos 800 m. surge a la izquierda una bifurcación que desciende al río Linares. Al poco la pista se convierte en sendero, cuando vemos ya el Molino Badal en una curva del río. El paraje tiene un encanto especial. El molino está situado en un ensanchamiento del angosto lecho, rodeado de pequeñas terrazas de cultivo. Las cristalinas aguas del río fluyen tranquilas entre juncos y vegetación de ribera. Tanto los edificios como su entorno se encuentran en buen estado, gracias al cuidado de sus propietarios. Respetémoslos.
Puente del Molino Badal
          Hay un puente de madera que da acceso al molino, pero nosotros no lo utilizaremos, ya que continuamos, bajo una longeva carrasca, por una senda de ganado que circula por la vertiente orientada al sur. El camino va ganado altura poco a poco, alejándose del curso del río. En la ladera de enfrente podemos ver los restos del viejo canal, excavado y colgado en la roca, que conducía el agua hasta la balsa del molino. Enseguida caminamos por encima de los altos chopos que bordean la ribera del río.
          Tras pasar bajo la Casa Gil, llegamos a una pista y al Molino Viejo. Éste se encuentra abandonado desde que se incendió hace unos años, pero antes fue utilizado como casa rural. Aquí encontramos las señales del PRTE-25 que viene desde El Puerto. Ahora nos encaminamos hacia la Cascada del Arquero, por lo que bajamos al río y lo cruzamos por un viejo puente de madera, medio oculto entre enormes álamos negros. La estrecha senda asciende cerca del torrente que forma la cascada. Tiene algunas bifurcaciones a la izquierda que llevan al Mas Royo, pero nosotros debemos tomar siempre la de la derecha y más próxima al torrente.
          La Cascada del Arquero es un salto de agua de unos 10 m. de altura que se forma aguas abajo de una surgencia subterránea. Este manantial surge aprovechando una falla de hundimiento, que va desde el Alto de Tabas al sur, hasta el Molino Viejo al norte, formando el Barranco del Arquero. El agua puede aparecer en el barranco a diferentes alturas, según el nivel freático, formando otras pequeñas cascadas cuando es abundante. Al precipitarse por el acantilado, el agua va formando el travertino, al petrificar la vegetación que crece en la roca con el carbonato cálcico que transporta disuelto. El nombre del Arquero puede proceder del s. XII-XIII, ya que por está zona existía un lugar llamado las Cuevas de Domingo Arquero, según documentos de esa época.
Puente del Molino Viejo
          Después de disfrutar del bello paraje, regresamos al Molino Viejo por el mismo camino. Desde el molino, desandamos unos metros la senda que viene del Molino Badal y, al llegar a una cárcava de arenas blancas, dejamos la senda para encaramarse por la izquierda a un bancal buscando un camino mulero que va serpenteando a la Casa Gil. Las marcas blancas y amarillas nos indican que estamos en el PRTE-25 que nos conducirá hasta El Puerto. Al llegar a la Casa Gil, cruzamos una pista observados por monumentales carrascas.
          Entramos en un tupido bosque de carrascas, pinos, sabinas y enebros. Al poco, volvemos a encontrarnos con la pista, pero ahora tenemos que seguirla a al izquierda, remontando unos metros, hasta encontrarnos la senda a la derecha. Para ganar altura, el viejo camino mulero que comunicaba el Molino Viejo con El Puerto, no deja de serpentear en cortos zigzag. En nuestro camino, de nuevo nos cruzaremos con la pista un par de veces más, y aproximadamente en la cota 1150 m. abandonamos el bosque para seguir por una serie de bancales yermos.
Carrasca
          Nos hemos adentrado en la vertiente oeste de un escarpado barranco, donde se han asentado algunas terrazas de cultivo bordeadas de viejos chopos, grandes carrascas y algún pino rodeno. Atravesamos el lecho del barranco para continuar ascendiendo por la ladera opuesta. La vegetación que ahora destaca son gramíneas, aliagas, espliego y tomillo. Hay algunos bancales roturados y ganado vacuno paciendo. Pasamos por el collado del Mas de la Carrera, hasta donde llega una pista reciente que accede al mas. El PR circula paralelamente, unos metros por encima de ésta.
          Proseguimos salvando viejos bancales, ahora en desuso, donde han prosperado algunas carrascas y robles quejigos. Antes de incorporarnos a la pista asfaltada de Castelvispal, pasamos junto a la valla de una granja. Muy cerca ya divisamos la Ermita de Santa Bárbara. Desde este collado, a las puertas de El Puerto, los días claros se puede observar al este la costa castellonense y el mar Mediterráneo, y hacia el sur y el oeste se pierden en el horizonte los perfiles superpuestos de multitud de sierras como Javalambre, Espadá, Calderona, …
El Puerto


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